Control aeroportuario: ¿mayor conectividad o militarización?

La empresa paraestatal Olmeca-Maya-Mexica, operada por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), asumiría la administración de terminales clave en zonas estratégicas: Tapachula y Palenque en la mira

AQUÍNOTICIAS STAFF

En tiempos donde la conectividad es sinónimo de desarrollo, el Gobierno federal ha decidido volar más alto… pero también con más vigilancia. El reciente anuncio sobre la expansión del control estatal y militar en aeropuertos regionales vuelve a encender una pregunta clave: ¿es esta una vía hacia el progreso o una pista más para la militarización del país?

El modelo impulsado por la administración de Claudia Sheinbaum —heredado y ampliado del sexenio anterior— establece que la empresa paraestatal Olmeca-Maya-Mexica, operada por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), asuma la administración de terminales clave en zonas estratégicas. Entre los casos más visibles: los aeropuertos de Palenque y Tapachula, en Chiapas.

Con ello, la promesa oficial es clara: mejorar la seguridad, reducir costos operativos, ofrecer subsidios e incentivar nuevas rutas para detonar turismo y empleo en regiones históricamente marginadas. Chiapas es ejemplo: Palenque ha operado por debajo del umbral mínimo de rentabilidad —apenas 11 mil pasajeros en 2024—, mientras que Tapachula conecta con Centroamérica y representa un nodo de tránsito clave para comercio y migración.

Sin embargo, la narrativa también deja sombras. El despliegue castrense en infraestructura civil plantea dudas legítimas: ¿qué implicaciones tiene delegar servicios estratégicos a instituciones militares? ¿Dónde queda la fiscalización ciudadana y la transparencia presupuestal? ¿Qué mecanismos garantizan que las decisiones aeroportuarias respondan a las necesidades regionales y no solo a criterios de control central?

Para Chiapas, esta estrategia representa una oportunidad histórica. Pero no debe mirarse solo como solución técnica. El riesgo es reducir la aviación civil a una extensión del aparato de seguridad nacional, restando participación a comunidades, gobiernos locales y sectores productivos que también tienen voz en el desarrollo.

En la frontera entre progreso y poder, volar más lejos depende no solo de las alas… sino de quién pilotea el avión.

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