Conversiones / Jose Antonio Molina Farro

«No te envanezcas Muerte, porque has sido llamada poderosa y terrible, pues tú no eres así». John Done

La danza de los tránsfugas es práctica usual. No debe sorprender. Reacomodos y defecciones que hoy vemos en los más importantes partidos son síntoma muy claro de esta práctica común. Hay quienes blofean con encuestas a modo, otros más están agazapados en espera de la decisión final para cambiar de camiseta. Hay señales que los decepcionan, apanican o los fortalecen. Partidos que sin tapujo son pepenadores del descontento. La divisa justificatoria de ahora y desde hace décadas ha sido, «la dirigencia es antidemocrática y traiciona nuestros más sublimes postulados, las ambiciones e intereses facciosos la consumen». Lo preocupante es la pérdida creciente de la confianza ciudadana en la política, en los políticos que se esmeran una y otra vez en desprestigiar a una actividad suprema por excelencia. Afloran los pactos en lo oscurito, las promesas incumplidas y la obstinada cerrazón de algunas dirigencias. Lo desalentador, no hay debates abiertos entre los precandidatos para ganar la postulación, una elemental práctica democrática. Ausentes las propuestas concretas para enfrentar los grandes retos estatales y nacionales. Lo que verdaderamente interesa al país y al estado de Chiapas  ha estado fuera del núcleo de las discusiones. Menciono sólo algunas. Cómo atraer inversiones, cómo mejorar la seguridad pública, cómo estimular la creación de empresas generadoras de empleo digno y permanente, en un escenario catastrófico de austeridad y caída de la actividad económica, cómo rediseñar un sistema educativo que ha sido fábrica de desempleados para nuestros jóvenes, cómo mejorar los sistemas de salud y reactivar el turismo, cómo exigir la rendición de cuentas y generar contrapesos efectivos al poder, cómo combatir la corrupción y la impunidad. Porque sabemos, el poder denuncia con vehemencia la corrupción del pasado pero no  castiga, en un mensaje estimulante a los corruptos.

Dicho lo anterior, el propósito central de este artículo NO es el condenar, per sé, el cambio de estafeta sino justificarlo por otras razones. Recojo una breve reflexión del representante más emblemático de la Escuela de Turín, Norberto Bobbio, quien se refiere a la mutación política en la historia del pensamiento; cito de memoria, la consolidación democrática demanda la conversión del hombre dogma en hombre plástico, el que es capaz de reexaminar sus viejas certezas y cambiar de opción política, cuando un partido ha dejado de responder a sus convicciones. Esta aseveración, por supuesto, está muy alejada de los chapulines, arribistas y oportunistas que  proliferan en cada ciclo electoral. En el PAN se levantan voces muy respetables por decisiones de candidaturas que privilegian la popularidad, el amiguismo, los intereses grupales, las bajas pasiones de dirigencias locales, y dejan fuera a candidatos con perfil ciudadano y a personalidades  de fuerte raigambre panista, con méritos suficientes para aparecer en las listas.

En nota intitulada Alito y los Juniors, el periódico Reforma, del viernes 5 de febrero, dice que  el PRI postuló a su líder nacional Alejandro Moreno, su Secretaria General Carolina Viggiano y su esposo, el diputado y ex gobernador Rubén Moreira, y el Secretario de Organización, Ricardo Aguilar. Y el colmo, Pablo Gamboa y Eduardo Murat, hijos de Emilio Gamboa y José Murat; también figura Sofía Carvajal hija del extinto Gustavo Carvajal, ex dirigente nacional del PRI. Hay el ejemplo de otro partido que postuló  como precandidata a la diputación local por Misantla a Paquita la del Barrio, su declaración no tiene desperdicio, representa fielmente el melodrama: «Yo no sé  a qué vengo aquí, ¿me entendieron? Yo sólo sé que hay personas que son las que me van a enseñar cómo manejar este asunto». La mejor opinión es la de usted, amable lector.

P.D. Estafa Maestra. ¿Y los responsables en Chiapas? Desmemoria o complicidad.

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