Esta semana comenzó en Egipto la edición 27 de la Conferencia anual de la ONU sobre Cambio Climático. Desde que entró en vigor la Convención Marco sólo ha habido dos momentos estelares de estos encuentros, el Protocolo de Kyoto en 1997 y el Acuerdo de París de 2015 ambos vinculantes, mediante el cual las naciones se comprometieron a limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados por encima de las temperaturas preindustriales.
Aunque el año pasado en Glasgow se mantuvo el objetivo de limitar las emisiones de gas, ni ese compromiso ni el financiamiento de la acción climática (que supone el desembolso de 100 mil millones de dólares de países industrializados a naciones en desarrollo para hacer frente a la catástrofe) se han cumplido. Con ese preámbulo transcurre una Cumbre de la que se esperan escasos avances como quedó demostrado en la inauguración que tuvo un reducido número de líderes y jefes de Estado.
Fenómenos meteorológicos severos como huracanes, sequías o deforestación se han recrudecido este año: Pakistán fue azotado por un ciclón que anegó dos terceras partes de su territorio; Europa vivió su verano más caluroso en un siglo (que demandó más energía para calefacción ahora que es un bien escaso y costoso) y el norte de México vivió una de sus peores sequías. Los países de menos ingresos argumentan que los desastres naturales son causados por sus pares desarrollados y exigen una compensación por ello, un fondo de “pérdidas y daños” que es uno de los temas relevantes a discutir en la agenda oficial.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicó hace unos días un duro reporte (La ventana de oportunidad se está cerrando) que en sus 132 páginas concluye que estamos lejos del objetivo del acuerdo de París y que las políticas en vigor apuntan a un incremento de la temperatura de 2.8 grados a finales de siglo, un tema sumamente preocupante. La comunidad internacional, sostiene el PNUMA, no sigue “un camino creíble” en su lucha contra el cambio climático y señala que la energía, la industria y el transporte son las áreas en las que se pueden realizar transformaciones para alejarse de los combustibles fósiles.
La COP 27 ha recibido críticas debido a las restricciones impuestas de ingreso al país anfitrión, a organizaciones civiles que cuestionan al régimen sobre derechos de las mujeres; tampoco asistirá la reconocida activista Greta Thunberg.
La Conferencia de las Partes que se reúne hasta el 18 de noviembre será tristemente intrascendente. No han, no hemos entendido, que el tiempo y el planeta se acaba, la retórica hace mucho ruido, pero los resultados y acciones dejan claro que nada cambia.