Corrupción y violencia / Claudia Corichi

En los últimos años la percepción sobre corrupción en el mundo se ha mantenido sin cambios. Las naciones escandinavas siguen a la cabeza como aquellas donde casi no existe corrupción, mientras que en América Latina sólo Uruguay (que supera a países como Japón, Reino Unido, Francia y Estados Unidos) y Chile conservan una buena calificación al respecto. En general, las sociedades tienen la misma intuición de sus gobiernos, a pesar de los giros ideológicos que han tenido lugar.

Lo novedoso del Índice de Percepción de la Corrupción 2022 publicado la víspera por Transparencia Internacional, es que el nivel que ha alcanzado la corrupción en América Latina y la ausencia de políticas efectivas para su combate favorecen a las redes criminales y agudizan la violencia en la región, lo resume de esta manera “Falta de audacia, acción decisiva para combatir la corrupción y fortalecer las instituciones públicas, está alimentando las actividades del crimen organizado, y otras fuentes de violencia. También está socavando la democracia, los derechos humanos y el desarrollo”.

Entre las 180 naciones evaluadas por la ONG alemana, es evidente que no están dando resultados las estrategias y políticas dirigidas a atacar la corrupción, al contrario, se muestra un estancamiento y hasta retrocesos. En 124 países la percepción sobre corrupción se mantuvo igual. Por cuarto año consecutivo, la región de América Latina obtuvo un promedio de 43 en una escala entre cero (muy corruptos) y cien (muy limpios); lamentablemente la posición de México durante el año pasado (31) se mantiene igual que en 2020 y 2021, alcanzando la misma calificación que Bolivia, un reto pendiente de afrontar.

Quizá porque no observa avances, Transparencia Internacional emite las mismas recomendaciones a nuestro país como aprovechar el potencial que representa el Sistema Nacional Anticorrupción. Como cualquier reporte similar, este índice anticorrupción puede presentar elementos subjetivos, aunque es un buen punto de referencia sobre nuestra posición en el mundo. Sólo una de 180 naciones alcanza el grado de muy limpio (Dinamarca), por el contrario, territorios de África y Latinoamérica exhiben una franca debilidad al respecto. Como se ve, el problema no es tan sólo de México, sino de carácter global.

La alianza entre congreso, sociedad, universidades y organizaciones no gubernamentales resulta necesaria para avanzar en una agenda integral de combate a la corrupción, tomando en cuenta que este cáncer profundiza la desigualdad, acrecienta las violencias y alienta la impunidad ante la falta de castigo y sanciones. Hoy más que nunca se vuelve una prioridad.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *