Desde hacer cuadernillos hasta dar clases por WhatsApp, las y los maestros de diferentes municipios de la entidad han encontrado la forma de seguir dando clases
Sandra de los Santos / Ana Liz Leyte /Lucero Natarén
Ocosingo es el municipio con mayor extensión territorial en Chiapas. Se encuentra ubicado en la región selva y buena parte de la población de ese lugar habla el tzeltal. En la cabecera municipal de este sitio da clases Guadalupe Montesinos Ocaña, quien tiene 38 años de edad y 16 años de servicio como profesora de preescolar.
Este ciclo a Guadalupe le tocó ser la maestra de 32 niños y niñas de primer año de preescolar del Jardín Cuahtémoc. El año pasado empezó a dar clases a distancia y todo fue muy atropellado. En este ciclo escolar las cosas, quiere pensar, han cambiado.
«El ciclo pasado trabajamos con el programa Aprende en Casa, pero solo tres niños me mostraron evidencias. Los padres y las madres no se comprometieron y no hicieron nada, además, que fueron los meses más difíciles de la pandemia» cuenta la profesora.
Antes de comenzar el ciclo escolar 2020-2021 se reunió con las madres y padres de familia de sus estudiantes y les propuso trabajar por medio de clases en línea usando la plataforma meet de google. La idea inicial fue laborar dos días a la semana con los niños y niñas y enviar todos los días vídeos para que realicen actividades. Además, también, hace un vídeo semanal dirigido a las y los tutores para que ayuden a realizar las actividades. Ha pasado una semana desde que inició con este modelo y todo va bien.
- ¿Y cómo le va hacer ahora que meet sea ya pagado? –le pregunto-
- No me diga que ya va ser pagado. –Me responde preocupada-
Me apresuro a decirle que puede hacer transmisiones en Facebook por medio de grupos cerrados y que da resultados, y ella se alegra de nuevo. No se dará por rendida.
«El primer día los niños y las niñas estaban muy inquietos porque no me conocían, pero como les mando vídeos diario ya en estos otros días que nos hemos visto ya hablan más, interactúan más conmigo y con sus compañeritos» relata Guadalupe Montesinos.
La docente es una convencida que todos los niños y las niñas deben de recibir atención de parte de las y los maestros con los que estarán en el grupo cuando regresen a la escuela presencial. El programa «Aprende en Casa II» considera que tiene cuestiones positivas, pero que está descontextualizado y que nada es comparable a la atención directa de parte de las y los profesores.
La docente, antes de sugerirles a las madres y padres de familia que trabajarán mediante la plataforma en línea, pensó en diferentes estrategias, acondicionó un espacio de su casa y compró materiales.
«Le decía a mis compañeros que no solo en los colegios privados se puede tener esta atención que también en las escuelas públicas debemos buscar estrategias para atender a nuestros alumnos» dice.
En Ocosingo, hasta en la cabecera municipal, falla la señal de internet. Antes de que empezarán las clases estuvo intermitente la señal. La mayoría de los niños y niñas no tienen computadora así que reciben las clases en los teléfonos celulares de su papá o mamá.
Con todas estas adversidades, la profe piensa que lo que menos se puede hacer en estas circunstancias es rendirse y que hay que buscar todas las alternativas posibles para que los niños y las niñas tengan un aprendizaje significativo.
Además de ser maestra, Guadalupe Montesinos también es madre de tres niños de edad escolar. Así que se divide entre apoyar a sus hijos y seguir enseñando a sus estudiantes. «Yo sé lo difícil que es para las mamás porque yo también lo paso, yo por eso les digo a ellas que no se desesperen, que vamos a trabajar juntas».
De sus 32 estudiantes, dos de manera definitiva le dijeron que no podían entrar a clases en línea. Una de ellas porque trabaja y no hay quien apoye a su hijo con esa tarea, y otra porque quien cuida al menor es su abuela y su teléfono no tiene la función de bajar aplicaciones. Así que en esos dos casos, la maestra, le llama dos veces por semana para explicarles las actividades y platicar con las y los alumnos.
Guadalupe Montesinos Ocaña jamás imaginó tener que dar clases en estas circunstancias, pero aún con todo está fascinada con la experiencia. En varias ocasiones dice, durante la entrevista, que le encanta su trabajo y no hay necesidad que lo repita porque no hay dudas de ello, se le nota.
La profesora repite que no hay que desesperarse, en cada video que les manda a sus alumnos y alumnas les dice que pronto se verán, pero que mientras estas circunstancias requieren acciones extraordinarias de parte de todos y todas, y ella está haciendo lo que le toca.
La jornada laboral que se incrementó
Debido a que en la escuela primaria Plan de Ayala, ubicada en la cabecera municipal de Bochil un alto número de estudiantes no cuentan con internet, computadora o una televisión para recibir clases, docentes han creado estrategias para poder llevarles educación a sus alumnos.
Alejandra Madrigal Sánchez, profesora del cuarto grado grupo «B» y su compañera docente del mismo grado, decidieron crear un cuadernillo con actividades y tareas, mismo que fue distribuido a los padres y madres de familia vía Whats App, para que ellos a su vez, lo impriman y entreguen a los menores.
El material que lograron reunir –de última hora- se debió al descontento de padres, madres y de los mismos alumnos, quienes no pudieron adaptarse al nuevo modelo educativo, sin embargo, sólo fue diseñado para dos semanas de estudios, por ello, este viernes entregarán otro cuadernillo de trabajo, que será entregado de manera presencial por estas docentes, al mismo tiempo de aclarar dudas.
Sin embargo, el mayor problema que enfrenta Alejandra Madrigal es el tiempo que ha tenido que dedicar a sus alumnas y alumnos, pues anteriormente impartía clases de 8:00 de la mañana a 1:00 de la tarde, pero actualmente debe atender dudas, dejar tareas y estar en contacto con los tutores durante todo el día.
«Ha sido difícil, pero acordamos con mi compañera de grado que iremos cada 15 días a entregar material impreso, para que las familias no gasten dinero en eso y aclararemos dudas a quienes así lo quieran».
Alejandra Madrigal Sánchez, vive en el municipio de Suchiapa y aunque actualmente no está viajando hasta Bochil, asegura que sí está pendiente del avance académico de sus alumnos.
«La ventaja es que nos podemos comunicar vía Whats App, porque, aunque mis alumnos no tienen internet, sus papás sí cuentan con un teléfono celular en donde procuramos estar en contacto, aunque es complicado porque si estando nosotros dentro del aula se les dificulta, ahora imagina un lapso de 15 a 20 minutos la explicación, es poco el tiempo», indicó.
Madrigal Sánchez, espera que pronto se puedan retornar a las actividades de manera regular, pues asegura, que la suspensión de clases desde el pasado mes de marzo, ha incrementado el rezago educativo en los estudiantes.
El reto de llevar educación a la región Istmo-Costa
Manuel Becerra Palomeque ha ejercido la docencia desde hace 16 años. Actualmente es profesor de Educación Media Superior en el municipio de Tonalá. Relata que al llegar la pandemia de COVID-19 a territorio chiapaneco las autoridades institucionales donde labora decidieron culminar el ciclo escolar en la modalidad a distancia, lo cual trajo diferentes retos.
Tras la experiencia y recuperándose de este nuevo cambio de implementar la modalidad en línea para impartir clases, el educador relata que como institución están más preparados.
Este semestre será más organizado, puesto que hemos establecido acuerdos como en qué plataforma trabajaremos, sobre qué estrategias serán utilizadas, a fin de que nuestros alumnos y alumnas no lo sientan tan tedioso y sobre todo aprovechar al máximo las múltiples aplicaciones disponibles para hacer las clases dinámicas.
El maestro confesó que la contingencia sanitaria trajo consigo muchas emociones e incertidumbre sobre qué va a pasar y hasta cuando se retomarán las clases presenciales.
A decir verdad, las clases virtuales no se comparan a las presenciales, es muy diferente no sentir la cercanía con nuestros alumnos, el ambiente generado en el trabajo grupal en nuestros salones, sin embargo, hay que aprovechar las alternativas a distancia, en eso hay que enfocarnos. La salud emocional de nosotros como docentes es vital.
Becerra Palomeque reveló que es difícil no sentir tristeza o desanimo al pensar en todas y todos aquellos alumnos que no tienen las condiciones para recibir clases, y más aún por quienes si cuentan con los medios, pero no tienen el interés.
Una de las situaciones que más le preocupan, aseguró, es el saber que algunos alumnos de la institución han perdido a familiares cercanos a causa del coronavirus. E incluso, teorizó esto podría ser un factor por el que las y los estudiantes hayan perdido el interés de continuar con sus estudios.
«Me genera impotencia el no saber cómo ayudarles y a la vez tristeza al pensar en cómo afrontarán las irreparables perdidas».
Agregó que la comunicación que mantiene con sus alumnas y alumnos es en su mayoría por WhatsApp. También nos comunicamos desde otras redes sociales o por correo electrónico. Quienes no cuentan con algún dispositivo electrónico se apoyan en los que sí, y me hacen llegar sus actividades desde diversas aplicaciones o bien, en la plataforma que estamos usando.