El pasado 18 de septiembre se celebró por primera vez el Día Internacional de la Igualdad Salarial, siguiendo la intención global de dar visibilidad al problema y apoyar los esfuerzos por cerrar la brecha de desigualdad de ingresos entre mujeres y hombres. Según datos de la ONU, en el mundo, por cada dólar que gana un hombre, una mujer percibe en promedio 0.77 centavos haciendo el mismo trabajo. Las mujeres se concentran en trabajos peor remunerados y menos calificados, con mayor inseguridad laboral (con mayor participación en trabajo informal) y una baja representación en los puestos de toma de decisiones, necesarios para la incidencia concreta en la realidad social.
El Informe Global de Brecha de Género 2020 del Foro Económico Mundial, señala que, de seguir con este ritmo, se requerirá de 99.5 años para cerrar la brecha global de género en los ámbitos político, de salud y educativo. Sin embargo, podría llevar mas de 200 años cerrar la brecha en economía e igualdad salarial si no se aplican medidas estructurales. México es el país miembro de la OCDE con la brecha más amplia en cuanto a salarios de hombres y mujeres, lo que abona a pérdidas de ingresos a nivel mundial de 6 billones de dólares, equivalentes al 7.5% del PIB mundial que se deben a la discriminación por motivos de género.
La OCDE también ha informado que la persistencia de los estereotipos y del sesgo de género en la elaboración de políticas públicas y las decisiones presupuestarias están impidiendo el avance en las economías desarrolladas. Estudios de la Dra. Eva Arceo-Gómez (UIA), en México, demuestran que en el país son muy fuertes los factores de discriminación hacia las mujeres por estado civil, color de piel, complexión y rasgos físicos. Pero esta es solo una arista del problema.
La inclinación social de adjudicar a las mujeres toda labor no remunerada relativa al hogar y al cuidado, también acarrea grandes desventajas en términos de desigualdad. En México, las mujeres en empleo formal dedican hasta 42 horas a las labores domésticas y de cuidado mientras que los hombres solo 16. Esto revela fuertes carencias en términos de política pública para establecer la economía del cuidado necesaria para cerrar esta brecha y disminuir dobles y triples jornadas.
Otra acción ineludible sería forjar una estrategia para transparentar la información del empleo, desagregada por género, que involucre al sector privado y público, lo que daría acceso a datos detallados del fenómeno en el país y directrices para atenderlo específicamente, como ha logrado con esta medida Reino Unido.
El reto en esta era COVID es mayor. La caída del empleo en mujeres (sobre todo en el sector informal) es casi del 20%. Las desigualdades se han exacerbado y la necesidad de dirigir políticas públicas para solucionar este problema también.