Dayra Fyah rapea sobre feminicidios, violencia y desigualdades de las que es testigo en donde vive: Ecatepec. Aquí su historia
Valeria Vázquez / La Lista
«Mi delito es ser mujer, el querer crecer, el creer que algo puedo merecer, un trabajo digno y libre de acoso, que cuando te hablo me mires a los ojos», empieza rapeando Dayra Fyah en su canción Mi Delito, en donde habla de la violencia de género y los problemas a los que se enfrentan las mujeres en México por el simple hecho de ser mujeres.
El video de la canción empieza con la imagen de un reporte de búsqueda en donde aparece su fotografía junto a su nombre y la frase «se busca», similar a los reportes que ha podido ver pegados en las calles y paredes del municipio conurbado de Ecatepec, en donde vive desde los 12 años y donde ha prevalecido la violencia contra la mujer y los feminicidios.
Dayra nació en 1987 en la Ciudad de México, pero debido a cuestiones económicas se mudó junto a su familia a Ecatepec, en el Estado de México, en donde comenzó a salir a las calles y se percató por primera vez de una forma mucho más consciente de las desigualdades en el país y de las violencias a las que son expuestas las mujeres, que dependen también de la zona geográfica en donde vivan.
Desplazarse de la CDMX a Ecatepec le permitió «poder reflexionar mucho sobre por qué era una dinámica de una forma en un espacio y por qué era otra dinámica en otro espacio», recuerda Dayra, quien fue madre adolescente a los 16, un suceso que califica como «parteaguas» para empezar a hacer rap sobre lo que sentía.
«La primera canción que tengo como solista es una canción donde parece que me iba a quedar sin canciones en la vida y entonces hablo de los niños en la calle, de la violencia hacia las mujeres y del sida», cuenta la mexicana en entrevista con La-Lista.
Históricamente, el rap es un género musical que se ha caracterizado por hacer crítica de los sistemas y dinámicas sociales. Este tipo de música surgió a finales de la década de 1970 en los barrios más marginales de Nueva York, migrando más tarde a otras partes del mundo. Como pioneros del género se suele identificar a Coke La Rock, un estadounidense nacido en El Bronx en 1955, o Melle Mel, encargado de escribir canciones del grupo Grandmaster Flash and The Furious Five.
En México, los primeros grupos de rap, como Sindicato del Terror (S.D.T) surgieron en la década de los 80 y poco a poco comenzaron a hacerse conocidos diferentes raperos, aunque con la peculiaridad de que las mujeres no fueron muy visibles en dicho género.
Mc Lisa Lee, Mc Debbie D y Sha-Rock son algunas de las mujeres reconocidas a nivel mundial como pioneras en el género.
Dayra recalca que cuando ella empezó a hacer ese tipo de música no era muy común tener como referentes a mujeres raperas, por lo que tuvo que inspirarse en otros grupos y artistas que hablaban de lo que veían en las calles, pero sin tocar de fondo temas feministas.
En México, las mujeres raperas «podemos tener mucho talento pero si no cumplimos con un estereotipo vendible para la industria no importa», dice Dayra.
El machismo en el rap se hace visible desde distintos escenarios, señala: las empresas que forman parte de la industria y gestionan los eventos, los propios artistas y las audiencias. En el primer caso, Dayra dice que las compañías de música buscan a mujeres que sigan estereotipos hípersexualizados o que «rapeen como vatos» para poder hacerlas conocidas.
Mientras tanto, los propios raperos hombres han separado a las mujeres de los escenarios, haciendo común que en una presentación la mayoría de los artistas sean hombres con una sola mujer.
Por el lado de la audiencia, hay quienes prefieren escuchar a hombres antes que darle la oportunidad a una mujer, y el rechazo aumenta cuando el rap hace referencia a temas de violencia de género, aunque Dayra indica que hay hombres que sí están interesados en ese tipo de discurso para poder aprender de su privilegio.
«Seguimos teniendo eventos donde hay una cartelera de 20 hombres y una mujer y es la mujer que entra dentro del estereotipo y que tiene que ser o el estereotipo masculinizado o el hípersexualizado, estar en el medio es difícil», cuenta la rapera. «En un principio no, porque éramos como la mascota y todos los grupos de hombres tenían que tener una mujer porque estaba cool, pero después se van dando cuenta que no está tan cool cuando nosotras empezamos a tener más trabajo que ellos y entonces dicen «no está cool esto, lo que sigue»», agrega.
Lo positivo, dice Dayra, es que poco a poco más mujeres que se inclinan por el rap feminista crean nuevos espacios para las próximas generaciones de raperas.
«A mí como rapera feminista no me interesa competir con ninguna de mis compañeras, al contrario, me interesa sumar, generar alianzas para tener espacios y poder seguirnos desarrollando juntas«, dice, pues conoce de muchas mujeres que se ven obligadas a dejar la práctica rapera porque se embarazan o les toca quedarse al cuidado de algún familiar.
La situación en la que ciertas mujeres se apartaron de la industria del rap se hizo visible con la pandemia de Covid-19, pues muchas de ellas tuvieron menos tiempo para dedicarse a escribir y rapear por tener que atender otras necesidades, como su sustento económico y cuidar de quienes estaban en casa.
«Con la pandemia me doy cuenta que justo las que tenemos cierta posibilidad o privilegio dentro de la práctica somos quienes seguimos produciendo rap a comparación de las que no tenían este soporte, creo que la pandemia en este sentido fue muy contundente y decir «tú puedes porque tienes cierta posición y tú no puedes porque no tienes tiempo para esto porque hay otras prioridades», entonces creo que se nota mucho la diferencia, porque siempre un rapero va a tener la esposa, la madre, a alguien de su alrededor que cuida de él».
La violencia y acoso en el rap: una bomba de tiempo
Dayra Fyah dice que en el rap mexicano hay distintos personajes hombres que prefieren que las mujeres se vean alejadas del ojo público por miedo a la información que puedan contener sus letras, debido a que muchos de ellos podrían resultar «manchados» por casos de violencia y acoso en el medio.
«Cuando la olla exprés del rap explote en México muchos de los raperos que hoy están en el mainstream y que son ganadores de batallas, les van a salir muchas cosas (…) El día que decidamos como compañeras aliarnos y sacar todo lo que ha pasado a lo largo de la historia del rap tras bambalinas, ya veremos. Yo estoy segura que muchos de ellos han estado temblando en más de una ocasión por que estas cosas sucedan y a muchos de ellos no les ha importado, han amenazado a compañeras raperas», cuenta.
Ante la violencia contra la mujer en la industria, Dayra sigue escribiendo, a la par de que ofrece talleres con perspectiva de género y autodefensa para grupos mixtos y sólo de mujeres.
Desde Ecatepec, lugar que ha sido clasificado como uno de los peores para vivir siendo mujer, Dayra Fyah recalca que tan solo el hecho de que exista una mujer rapera ya es un símbolo feminista, aunque aún queda mucho camino por recorrer. «Estamos haciendo uso de la voz, estamos ocupando lo que somos para escribir y reivindicar el ser tiene que ver completamente con el feminismo», dice.
La información sobre los cursos de autodefensa y talleres de Dayra Fyah puede obtenerse a través de su cuenta de Instagram.