Desde Los Altos / Fredy Lpez Arevalo

Chilón y Yajalón, la violencia del narco

Pasé ayer domingo por la cabecera municipal de Chilón a eso de las 5:30pm. Todo se veía tranquilo. Extrañamente tranquilo. Las calles lucían vacías, y solo uno que otro indígena beodo deambulaba por la carretera que atraviesa el pueblo. Un municipio de población tseltal, donde por la mañana se registró una fuerte manifestación pública en contra del gasolinazo y las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto. Las fotos de la protesta masiva de tseltales circulaban en las redes sociales. Sacerdotes del clero católico a la cabeza. Ellos tienen adoctrinado al pueblo tseltal. Y la doctrina es dogma.
Y ahora, el narco en su expresión más violenta se enseñorea en la zona.
Lo que llamó mi atención al transitar la cabecera municipal de Chilón fueron dos camionetas de la policías municipal estacionadas a un costado de la funeraria ‘El último viaje’. Y adentro de la funeraria mujeres vestidas de negro, lloraban. Estaban velando a sus deudos. Más tarde sabría del caso y los nombres de quienes estaban en los ataúdes: Juan Carlos Vera Gómez, alias ‘El chubasco’, y Francisco Javier, alias ‘Maluk’. Ambos reconocidos habitantes de la cabecera municipal. Ambos acribillados al salir de una cantina. Leí en voz alta el nombre de la funeraria ‘El último viaje’ y le referí mi esposa una anécdota de 1994, cuando el alzamiento del EZLN. Chilón y Yajalón eran resguardados por ciudadanos armados desde las azoteas.
Hice un alto en el hotel que está a la orilla de la carretera, dejé ahí unas cuantas revistas Jovel, y fue entonces cuando me enteré de los más recientes sucesos.
Los dos cuerpos que eran velados en la funeraria habían sido ejecutados hacía apenas unas cuantas horas. Saque conclusiones: ‘Chilón y Yajalón viven el asedio del narco’. Horas antes había preguntado a mi hermano mayor el nombre del libro donde se mencionan a algunos yajalonenses consagrados por sus vínculos con el narcotráfico internacional: ‘Los señores del narco’, de Anabel Hernández, me refirió de inmediato.
¿Por qué la PGR no atrae estos casos de crímenes vinculados al narcotrafico, en Yajalón y Chilón, y deja la ‘investigacion’ a al policía municipal o en su defecto a la Procuraduría General de Justicia en Chiapas, si son de su competencia?
Son muchas las preguntas que no tienen respuesta, mientras Yajalón y Chilón, son dos municipios bajo control de narcotraficantes. Y es motivos de platica en entremesa. En Yajalón, los crímenes son a plena luz del día y a plena calle. Suman más de 25 en el último año. Hablo de 2016. Ya el sábado referí la presencia de indocumentados en ruta hacia Estados Unidos que deambulaban por las calles, en Yajalón. No es cosa menor. Es sabido que las rutas de los ‘polleros’ y el tráfico de drogas confluyen.
Y ese domingo me sentí vigilado mientras visitaba a mi tía ‘Chepina’ Hernández viuda de López. Al salir de su casa un hombre y una mujer permanecían en su puerta con sus celulares en mano. Fue la propia Tía Chepina la que externo: ‘Estos dos se ven muy sospechosos, hay tienen cuidado’. Pedí a Gaby que manejara y los seguí a pie hasta el mercado público. Sintieron mi presencia y apretaron el paso. No eran lugareños. Les tome algunas fotos mientras trataban de escabullese entre la multitud que transitaba de la tienda Elektra hacia Banamex rumbo al Mercado público. Al alcanzar a mi esposa y abordar el auto llamó poderosamente mi atención que la alcaldía, en Yajalón, estuviera resguardada por militares. ‘¿Elementos de las fuerzas armadas en funciones de Seguridad Pública?’, pregunté a mis familiares a la hora de la comida.
-‘¡Es el Alfredo Pinto el que los manda a llamar!’, me refirieron. Pero no sólo eso. Pregunté, también, por qué Alfredo Pinto Aguilar y su hermano Jorge (esposo de la que funge de presidenta), están permanentemente escoltados. Ambos con dos camionetas repletas de personas vestidas de civil ostentosamente armados.
-‘Es el propio ‘Lalo’ (Eduardo Ramírez Aguilar) el que les manda protección de la Procuraduría’, me dijeron.
Algo no anda bien en esa región del norte de Chiapas, donde el presidente de la mesa directiva del Congreso del estado, Eduardo Ramírez Aguilar, tiene el control de los Ayuntamientos. Él impuso presidentes municipales en la zona, donde el Organo de Fiscalización del propio Congreso hace que no ve, que no oye y nada dice del evidente desvío de recursos públicos.
Solo en Yajalón son poco más de 100 millones de pesos de presupuesto al año, en su mayor parte recursos aportados por la Federación. Y en Chilón, el monto es aún mayor. Y Tila supera a ambos.
Pero a simple vista y en ambos municipios, Yajalón y Chilón, y más aún en Tila, se puede observar el deterioro de la infraestructura urbana. Lo mismo que en Chelahó y Oxchuc donde en 2016 no se ejercieron los respectivos recursos federales por las pugnas políticas que se alimenta, también, desde la propia presidencia del Congreso de Chiapas.
La pregunta es obligada:
¿Por qué no interviene la Contraloría General de la Federación y audita el manejo de recursos si existe la sospecha, como existe, del desvío de estos para probables fines aviesos, como los comicios del 2018?
Dejar en manos de Eduardo Ramírez Aguilar el manejo discrecional de las auditorías no es lo mejor, más aún si su ambición es más que evidente: subirse al barco sucesorio en los comicios del primer domingo del 2018, y si sobre su persona hay reiteradas sindicaciones sobre presuntos vínculos con el narcotráfico.
‘¿Qué pasa en Chiapas… y por qué el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Ching, no presta mayor atención a estas señales que parecieran decir mucho sobre las amenazas reales a la Seguridad Nacional? ¿O qué, no son amenazas reales a nuestra Nación el tráfico de personas, el narcotrafico y la narcopolitica?
#QueChiapasSeEntere

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