11 dinosaurios esperan a las y los visitantes de la nueva exposición permanente del Museo Chiapas de Ciencia y Tecnología
Texto y Fotos: Sandra de los Santos / Aquínoticias
Advertencia uno: Mi intención no es espolearles la exposición permanente que se acaba de inaugurar así que intentaré ser cuidadosa con lo que les comparto.
Advertencia dos: No intento venderles la idea de que es la exposición del siglo o algo así ni tampoco lo contrario. Creo que todas las personas significamos estas experiencias de manera distinta y acá lo único que voy hacer es contarles la mía.
El miércoles 09 de diciembre fui al Museo Chiapas de Ciencia y Tecnología, que se encuentra ubicado a lado del Zoológico Miguel Álvarez del Toro (Zoomat), a un evento que habría en su auditorio, que no tenía que ver con las actividades propias del lugar. Terminando decidí irme a dar una vuelta (que fue de casi dos horas) a la recién inaugurada exposición permanente del Museo que se llama «Sbeel Dinosaurios», la palabra «Sbeel» significa en tzeltal camino.
Los astros se alinearon porque el director del museo, Romeo Castellanos Mora tenía tiempo para acompañarme en el recorrido lo cual ayudó mucho porque las dudas que tenía sobre la exposición él me las pudo ir respondiendo así como Eva Fernández del área de comunicación.
Debo de confesar que soy una persona ignorante de los dinosaurios, he visto un par de películas de «Jurassic Park» sin mucho entusiasmo y hace poco vi la de «Jurassic World» así que al principio del recorrido la idea de que los «dinos» cobrarían vida no parecía tan descabellada en mi imaginación, pero pronto esa percepción se disipó. Sobre todo al ver a los dinosaurios bebés.
Tampoco iba con ninguna expectativa sobre lo que iba a ver así que si me hubieran puesto tres dinosaurios de plastilina o cientos de otro material, pues, mi curiosidad hubiera sido casi la misma. Debo aclarar que tampoco pagué la entrada ya que iba en modo: reportera. Si hubiera desembolsado los 170 pesos, no sé si mi experiencia hubiera sido otra.
El recorrido inicia con el volcán Chichonal (la verdad es que desde ahí ya tenían toda mi atención). Este volcán es uno de los dos activos que existen en Chiapas y tengo toda la intención de conocerlo en vivo algún día, mientras me conformé con esta representación.
La persona que da la explicación en este espacio es Ramón Gómez Sánchez, sobreviviente de la erupción de 1982. Por poco y me estacionó en ese lugar el resto de la tarde y ya no veo los dinosaurios por quedarme a conversar con él. En unos días voy hacer un trabajo sobre esa platica que tuvimos.
Después del volcán van apareciendo a lo largo del sendero los dinosaurios. Todos ellos tienen algún tipo de animación. La mitad fueron hechos por el área de robótica del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación del Estado y estudiantes del Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez (ITTG) y la otra mitad fueron adquiridos en China.
Las y los guías son en su mayoría jóvenes, todos ellos muy amenos y de buen trato. Se encontrará uno diferente por cada dos dinosaurios. Explican de qué era son, si aparecen en «Jurassic Park» o no, también son muy claros cuando desmitifican las cosas que hemos visto en la televisión acerca de estos animales y dan tantos datos curiosos como les son posibles.
Mis dudas eran más del tipo: «¿Cómo es que eran vegetarianos y eran tan enormes? ¿Cómo es que las piedras les ayudaban a digerir tantas hojas? ¿Había dinosaurios y dinosaurias, dónde se les veía el sexo? ¿Por qué algunos eran carnívoros y otros no? ¿Quién se comía a quién? ¿Qué dinosaurio es el abuelito del cocodrilo? ¿Cómo es que pudieron encontrar un dinosaurio con todo y su piel? ¿Qué hace una avioneta a lado de un dinosaurio?». Hice otras tantas preguntas que algunas me dan pena escribirlas por evidenciar mi ignorancia en el tema, pero todas ellas fueron respondidas.
El último guía que nos recibió fue Carlos, un joven invidente que tiene varios años trabajando en el museo en distintas áreas. Me contó que tanto a él como a sus compañeros los capacitó un paleontólogo del Museo de Paleontología Eliseo Palacios Aguilera, además, que ellos mismos se pusieron a investigar, y ahora, se comparten artículos, y conversan a menudo de quienes se han convertido sus acompañantes la mitad del día.
La inversión pública que se hizo en esta exposición fueron 7 millones 500 mil pesos. El costo del boleto para ingresar solo a ver este sendero es de 170 pesos para personas adultas y 100 pesos para niños y niñas. El resto del Museo se encuentra cerrado (unas áreas porque están en remodelación y otras porque tienen poca ventilación y son de mucho de contacto, lo que no es recomendable en medio de la pandemia).
Los días martes el ingreso es gratuito para grupos vulnerables. Los miércoles con la entrada de un adulto entra gratis una persona de 12 años o menos y las personas de la tercera edad pueden pasar de manera libre ese día. La entrada es gratuita todos los días (martes-domingo) para las personas con alguna discapacidad. Los niños menores de un año no pagan.
La apertura del sendero es de 10:00 de la mañana a 3:00 de la tarde, pero se tiene que comprar los boletos en línea en www.museo.chiapas.gob.mx por lo menos 48 horas antes. Los grupos que se organizan son de 10 personas, todas tienen que usar cubrebocas y no tener síntomas de alguna enfermedad respiratoria. En la entrada del Museo hay un filtro sanitario en el que se les toma la temperatura y se les da gel antibacterial (mejor lleven el suyo porque el que me pusieron es de los que deja «raritas» las manos).
Les aseguró que lo que van a ver no tiene que ver con lo que han visto en la televisión acerca de los parques de dinosaurios. La experiencia acá tiene otro objetivo y también significado. Estas estructuras que tienen la forma de estos antiguos y desaparecidos animales están en medio de la reserva el Zapotal en pleno pulmón Tuxtleco y desde ahí la experiencia es otra. Pero, no me haga mucho caso que yo acá solo les vine a contar cómo me fue caminando 500 metros entre dinosaurios.
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