Dicesis de SCLC: Nuevo obispo asume su ministerio

Rodrigo Aguilar Martínez resumió su misión en tres puntos: el cuidado de la creación, la promoción de las personas como hijos de Dios y el fortalecimiento de las relaciones personales

Portavoz Staff

[dropcap]»[/dropcap]Que la religión no nos divida», pidió el monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, al tomar posesión como el nuevo obispo de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, en uno de los estados que hasta 2009 ostentaba el título de la entidad con mayor diversidad de creencias y donde también la diferencia de credos ha ocasionado episodios violentos en comunidades.
El clérigo fue designado en esta encomienda por el papa Francisco después —a principios de noviembre pasado— que éste aceptara la renuncia de Felipe Arizmendi Esquivel, quien la presentó en mayo tras haber cumplido 75 años de edad, tal como estipula el derecho canónico.
En medio de ritos tradiciones indígenas y una ceremonia presidida por el nuncio apostólico en México, monseñor Franco Coppola, asumió su cargo al frente de su nuevo ministerio.
La ocasión fue concelebrada tanto por arzobispos como obispos del país (se habla de unos 30), así como por autoridades federales y estatales, al igual que público en general, en su mayoría indígenas. En total, se conjuntaron unas 3 mil personas en la llamada Plaza Catedral del barrio de Guadalupe —ubicado al oriente de esa ciudad—, debido a que en la iglesia aún continúan las reparaciones tras los daños que sufriera durante los sismos de septiembre.
El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (Siame) explicó que el obispo de 65 años de edad llega a una de las diócesis más antiguas e históricas de México; fue fundada el 19 de marzo de 1539 como la quinta, después de Tlaxcala, Ciudad de México, Morelia y Oaxaca—.
Además, se caracteriza por una gran diversidad indígena y religiosa puesto que hasta 2010, de los entonces 3 millones 406 mil chiapanecos, poco más de la mitad eran católicos; el resto pertenecía al sector protestante, pentecostal, cristiano y evangélico.
Ante este panorama, Aguilar Martínez hizo un llamado: «Que la religión no nos divida, sino que nos ayude a caminar juntos, siguiendo a Cristo, y dando testimonio de Él». Asimismo, resumió su misión en tres puntos: el cuidado de la creación, la promoción de las personas como hijos de Dios y el fortalecimiento de las relaciones personales.
«Como obispo, quiero colaborar y promover todo lo que signifique la ecología, es decir, valorar y actuar ante la creación como un hogar que nos sirva ahora y en el futuro. Como obispo, quiero ayudar a que niños, jóvenes y adultos, ancianos se acepten a sí mismos, se valoren, se quieran a imagen y semejanza de Dios. Como obispo, quiero orar y ayudar a que en la relación con los demás superemos los rencores, la violencia y la corrupción y todo aquello que nos ha invadido y pretende enseñorarse y adueñarse del territorio de las comunidades, de nuestra vida y someternos», expresó.
A nombre de la diócesis, la secretaria canciller María del Refugio Esparza Macías pidió al nuevo obispo «caminar juntos hacia nuestro sueño de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu».

La despedida de Arizmendi

Por su parte, Arizmendi Esquivel admitió que tras 17 años en el obispado de San Cristóbal de Las Casas, no se considera satisfecho porque persisten la situación de pobreza y marginación.
Aunado a ello, en algunos sectores de la sociedad continúan actitudes de rechazo hacia los indígenas y su cultura.
Expresó su dolor por el desplazamiento de cientos de indígenas pobres del municipio de Chalchihuitán, aunado a las divisiones políticas en Oxchuc, en Chenalhó y «en tantas otras partes»; así como su preocupación, porque se avanza en el proceso electoral 2018 con evidente deterioro de la democracia.
«Hay luchas implacables por el poder en todos los niveles y se degeneran las campañas en oferta de dádivas y en promesas difíciles de cumplir», declaró.
Respecto a sus 27 años de ministerio en Chiapas (estuvo 10 años en Tapachula), comentó: «Entre todos hemos procurado continuar la línea marcada en el III Sínodo Diocesano, aprobado por mi antecesor, monseñor Samuel Ruiz García, de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu».

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