Se sostiene con evidencia que el adelanto tecnológico en economías desarrolladas se relaciona con la calidad de sus sistemas educativos, la formación profesional y la adquisición de habilidades. James Heckman, Premio Nobel de Economía, asegura que si una sociedad invierte en educación en edad temprana, fomenta la escolaridad, reduce la delincuencia, mejora las aptitudes de la niñez y les garantiza mejores niveles de renta en su vida profesional futura.
Al conmemorarse el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia el 11 de febrero, conocimos datos que llaman a la acción para que más niñas y personas jóvenes se interesen y se formen en carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (conocidas como STEM por sus siglas en inglés).
En nuestro país 3 de cada 10 profesionistas que escogieron esas carreras son mujeres; al llegar al mercado laboral tienden a ganar más y enfrentan una brecha salarial menor de 18% frente al 22% para profesionistas de otras áreas, destaca un informe del IMCO, con quien coincido en que las brechas de género empiezan en la infancia y aumentan con el tiempo, aunque hay otros factores que enfrentar.
En los resultados de 2018 del Programa para la evaluación internacional de alumnos (PISA) que examina a estudiantes de 15 años en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, en México sólo 1% de ellos obtuvo un desempeño en los niveles de competencia más altos en al menos una de esas áreas. Los resultados de la prueba PISA 2022 aparecerán a finales de este año y permitirán conocer los avances o incluso los retrocesos durante la pandemia.
Con datos del IMCO sabemos que en el ciclo escolar 2021-2022, el número de hombres que estudian una carrera STEM en México es de 996 mil, medio millón más que las mujeres que suman 494 mil, lo que evidencia una brecha amplísima en la formación de talento científico y tecnológico destinado a la industria, a las TICs, nanotecnologías y a trabajos altamente especializados.
Como lo comenté en el artículo de la semana pasada, el país muestra una ventaja competitiva en el “nearshoring”; para que las niñas puedan insertarse en un futuro con igualdad de oportunidades en el mercado laboral, debemos enfocarnos en cerrar tanto la brecha salarial como la de formación profesional en ciencias exactas, y promover su acceso en equidad de competencias y habilidades.
Elevar la productividad, la competitividad y alcanzar el progreso social invariablemente tiene que ver con destinar mayor gasto a la ciencia y tecnología con relación al PIB. Una educación paritaria, basada en competencias puede ayudar a ese propósito.