La jefatura unipersonal de las universidades recae en la figura del rector o de la rectora. Es autoridad y debe ser ejemplo. Se espera que convoque a su comunidad y apoye sus tareas. La marcha y futuro de las instituciones depende, en alguna medida, de quien ocupe la rectoría.
La comunidad universitaria es más que la rectoría, pero por la naturaleza, atribuciones y facultades tener a una persona sensible, con capacidad de gestión, sentido de responsabilidad, arraigo entre sus miembros y autocrítica, hará menos difícil el trabajo de investigación, docencia, extensión y difusión, y vinculación que estas instituciones realizan.
La Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) y la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), las dos instituciones de educación superior con mayor prestigio en la entidad, han renovado a su máxima autoridad. En el caso de la primera, la Junta de Gobierno designó el 10 de diciembre pasado al doctor Oswaldo Chacón Rojas como rector para completar el periodo 2022-2026 y fue investido como tal en una sesión del Consejo Universitario el 13 de enero de este año a la que asistieron los titulares de los tres poderes del Estado. Por su parte, en la UNICACH –heredera de la tradición humanística del Instituto de Ciencias y Artes–, ocupa desde el 20 de enero el despacho rectoral, por decisión de su Junta Directiva, la maestra Fanny López Jiménez.Será la segunda mujer en encabezar esta casa de estudios.
Estas designaciones son ocasión para revisar el panorama de la educación superior chiapaneca. Partamos, antes, de un dato escalofriante: el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es de 7.8 años; es decir, casi el segundo grado de secundaria, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020. En el tema de interés, 13 personas de cada 100 terminaron la universidad. El promedio nacional es de 9.7 años de estudios y 26 personas universitarias, con datos del INEGI y de la OCDE.
A la UNACH y la UNICACH se suman 42 instituciones públicas (universidades estatales, universidades tecnológicas, universidades politécnicas, institutos tecnológicos, escuelas normales, entre otras) y 141 particulares que, en conjunto, de acuerdo con la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la SEP, atendieron a 126,432 estudiantes durante el ciclo escolar 2023-2024. Pronto, la Universidad Nacional Rosario Castellanos iniciará actividades lo que impactará en la matrícula.
Las nuevas autoridades de la UNACH y de la UNICACH, como del resto de las instituciones de educación superior (IES) chiapanecas, tienen frente a sí los retos de su tiempo y del futuro: que las comunidades estudiantil, docente y de investigación dialoguen con sus pares ubicados en otras entidades, en otros países de la región y en otros continentes. Para ello, resulta inescapable la tarea de ofrecer educación de calidad y pertinente, relacionada con los problemas de la región, pero también del mundo, en donde sea posible medir y evaluar los resultados obtenidos. A la par de esto, existe la necesidad de mejorar la cobertura educativa, ya sea presencial o a distancia, con perspectivas interseccional e intercultural que tome en cuenta los viejos problemas y las nuevas realidades que hacen que la educación superior no toque la puerta de aquella persona que desea estudiar.
Las clases, las prácticas y las investigaciones deben servir a la población. La condición geopolítica de Chiapas, la propia historia de la entidad, y la existencia de recursos naturales impulsan que la labor universitaria persista en la formulación de preguntas y en la orientación de políticas para que las personas vivan mejor. El conocimiento que se produce en aulas, cubículos y laboratorios tiene que ayudar para que se tomen decisiones idóneas de política y para que los sectores privado y social mejoren su actuación.
La educación superior que imparta el Estado debe seguir siendo gratuita. Para ello, las autoridades tienen la obligación de otorgar los recursos económicos para el sostenimiento de las universidades y estas tienen el compromiso de utilizar de la mejor manera el dinero que la sociedad, con sus impuestos, les otorga, además de obtener recursos propios. Hasta hace poco, las principales IES chiapanecas se encontraban en una situación crítica. Esto no puede volver a pasar.
Con relación al personal técnico, docente y de investigación, se hace necesario fortalecer la carrera académica en donde con instrumentos realistas de medición de la productividad, criterios transparentes y el concurso de sus pares sean evaluados para que se abstengan de aceptar otro tipo de trabajos ya sea porque el salario es insuficiente, no pueden obtener una mejor categoría o son objeto de la censura de la autoridad o del organismo sindical lo que les impide ser contratados por más horas.
Hay, por otro lado, un tema que es necesario atender y que afectan la calidad de la educación superior en general: la existencia de universidades “patito”. Las autoridades educativas deben poner atención en este tipo de instituciones particulares que, sin el menor rigor ni vergüenza, otorgan –por no decir, venden– títulos y grados en detrimento de instituciones privadas con prestigio y de las universidades públicas cuya vocación no es el lucro. Si bien esta no es una materia de atención directa de las autoridades universitarias, no debe pasar desapercibida en tanto que egresados este tipo de escuelas compiten en el mercado del trabajo.
Finalmente, la autonomía la que gozan la UNACH y la UNICACH, líderes de las IES locales, es un bien muy preciado que debe ser defendido por su comunidad. Al interior como fuera de ellas existen actores que pretenden usar sus recursos económicos, materiales y humanos con otros fines. La autonomía es lo que les permite a las universidades ser la conciencia de la sociedad, ser dique a los abusos del exterior y le ayuda a procesar los conflictos internos, aunque, a veces, a las autoridades se les olvide su sentido. Su promoción y fortalecimiento es uno de los elementos, si no es el que más, de la vitalidad de la comunidad universitaria. La autonomía permite disentir hacia fuera y hacia adentro.
La educación superior que se requiere, pasa, además de la transmisión y generación de conocimientos, por el desarrollo de habilidades interpersonales y actitudinales.