El gabinete de Sheinbaum / Eduardo Torres Alonso

Zoé Robledo Aburto continuará en el gobierno federal, así lo anunció la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum. En la conferencia del 25 de julio pasado, se informó sobre su ratificación como titular del Instituto Mexicano del Seguro Social. Esta designación se suma a las anteriores que, en conjunto, coloca rostros a las secretarías de Estado, por lo que conviene abordar cómo se forman los gabinetes.

La persona que encabeza el poder Ejecutivo de la Unión, en las entidades federativas o en los municipios requiere de un equipo que le ayude a gobernar; es decir, que le ayude a atender los diversos temas y problemas que habrá que enfrentar. Eso es el gabinete. Las mujeres y hombres que se integrarán a la administración pública muestran qué piensa hacer el gobernante, cómo pretende lograrlo y los compromisos contraídos.

Claudia Sheinbaum, desde el 20 de junio, ha venido anunciado los nombres de quienes ocuparán las secretarías y otras áreas de gobierno. Faltan los titulares de las secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina, como los directores generales de la Comisión Federal de Electricidad y de Petróleos Mexicanos. Estas cuatro dependencias se relacionan, directamente, con la seguridad nacional por lo que la designación de quienes las encabezarán debe hacerse con mucha responsabilidad atendiendo las tradiciones de los institutos armados y la relevancia de la CFE y de PEMEX.

Cada una de las personas reveladas por quien será la primera presidenta constitucional de México tendrá tareas específicas en razón de sus habilidades particulares y de los sectores de donde provenga. Manuel Quijano Torres propone una tipología para entender la designación de los miembros del gabinete: 1. Por conveniencia política; 2. Por motivos ideológicos; 3. Por imposición de poderes fácticos; 4. Por razones económicas; 5. Por pertenencia a la élite; 6. Por méritos profesionales; 7. Por motivos afectivos y amistosos; 8. Por vínculos familiares (nepotismo), y 9. Por cuestiones de tipo religioso.

Aquellos nombramientos que resultan de conveniencias políticas son, probablemente, los más sencillos de entender en tanto que se buscan satisfacer objetivos de ese tipo al momento de gobernar con base en la legalidad y la legitimidad, aspectos fundamentales del desempeño gubernamental. Muy relacionado con este aspecto, se encuentran las designaciones por motivos ideológicos ya que para quien gobierna deviene relevante que sus colaboradores compartan sus ideas y el sentido de sus acciones e intenciones.

Una persona que se haya hecho del poder corre el riesgo de haber establecido compromisos con determinados grupos que, al momento de gobernar, deberá “pagar”. Una especie de pago ocurre cuando los grupos fácticos o de poder (legales o no) le imponen nombres para que sean designados en determinadas áreas cumpliendo, esas personas, las tareas que legalmente les corresponden y las de vigilancia de los intereses del grupo a los que se deben. Las razones económicas que pueden motivar la incorporación de alguien al gabinete obedecen a la estructura realmente existente en donde política y economía se relacionan e influyen de forma recíproca; es decir, que la invitación a alguien perteneciente al circuito de la economía ocurre para que jefe y subalterno se beneficien tanto de la política como de la economía. Es un intercambio de prebendas y canonjías, dirá Quijano Torres, de tipo económico por otras político-administrativas.

La designación de miembros de la élite es frecuente en la medida en que los miembros de esta tienen acceso a espacios y foros en donde concurren mujeres y hombres con poder político lo que les facilita la socialización y generación de vínculos. Un aspecto que hay que tener presente al momento de hacer designaciones es que las personas invitadas al gabinete sepan de la materia a la que se dedicarán, por lo que es necesario que posean las credenciales necesarias para un buen desempeño y tengan antecedentes de profesionalismo. El gabinete no es lugar para improvisados.

Sería ilusorio pensar que en las designaciones no existe un motivo afectivo o amistoso. Esto no es censurable, porque el mandatorio confía en la persona al ser su amigo, pero eso no debe significar que la amistad se imponga o sea el único requisito para estar en el gabinete. El nepotismo es una práctica reprobable en el gobierno, pero han existido casos en México en donde el requisito para formar parte del gabinete ha sido un lazo de sangre. Finalmente, la cuestión religiosa es un aspecto significativo en la vida de algunas personas, por lo que compartir determinadas creencias ha sido una de las razones para ser secretario o director de una dependencia. En el caso de México, al ser un Estado laico, no debe existir una orientación de las políticas públicas por razones religiosas.

La tipología anterior ayuda a entender los nombramientos hechos en los gabinetes en el país y, particularmente, los que se están realizando en estas fechas. Al respecto, hay que agregar que el artículo 41 de la Constitución mexicana establece la paridad en la administración pública. Así que habrá igual número de mujeres y de hombres en el gabinete.

Claudia Sheinbaum, al informar sobre sus colaboradores, ha mostrado una parte de la dirección que tendrá su sexenio.

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