La académica Ana Laura Martínez Rodríguez nos habla del trastorno crónico, progresivo y degenerativo que produce un daño característico del campo visual y que no es exclusivo de las personas mayores de edad
Lucero Natarén / Aquínoticias
El glaucoma constituye la segunda causa más común de ceguera en el mundo, y la primera que ocasiona la pérdida irreversible de la visión, sólo después de la catarata, debido a que es una patología asintomática es difícil su detección en las fases iniciales, hasta que se encuentra avanzada. Se calcula que 50 por ciento de quienes la padecen lo desconoce, de acuerdo con la Fundación para la Investigación del Glaucoma.
La académica Ana Laura Martínez Rodríguez indicó que a pesar de que por lo regular el glaucoma se desarrolla a partir de los 40 años de edad, es necesario acudir a revisiones rutinarias al menos una vez al año, lo que permitiría un diagnóstico precoz y prevenir la discapacidad visual, pues también existe el glaucoma juvenil, que se manifiesta de los 18 años de edad, con una prevalencia aproximadamente de un caso por cada 10 mil individuos.
«Uno de los signos más característicos es la disminución progresiva de la visión periférica, lo que se conoce como visión en túnel. El campo visual central puede permanecer intacto, por lo que es frecuente que en etapas tempranas la enfermedad resulte imperceptible».
Riesgos
Los factores de riesgo o predisposición, advierte la universitaria, es tener familiares que han padecido el glaucoma, pues tienen hasta cinco veces más riesgo de padecerla, aumentando con la edad la prevalencia de la alteración.
Otro aspecto a considerar es que las enfermedades metabólicas como diabetes e hipertensión también contribuyen a la predisposición o a elevar el riesgo de presentar glaucoma.
Tratamiento
Martínez Rodríguez indica que no existe cura para el glaucoma, pero se puede tratar para detener su progresión, «de ahí la importancia de detectarla a tiempo».
«Se ha comprobado que la mejor forma de prevenir este trastorno es cuidarnos de manera integral; es decir, atender la calidad de nuestra alimentación, realizar ejercicio, estar atentos a nuestro estado de salud en general y, en el caso de padecer alguna de tipo metabólica, darles seguimiento y revisarnos la vista desde edades tempranas».