¿El Interoceánico moverá la economía del Soconusco… o solo sus mercancías?

La llegada del Corredor Interoceánico promete eficiencia logística, pero persiste la pregunta clave: ¿el tren transformará la economía del Soconusco o solo facilitará el paso de mercancías?

AquíNoticias Staff

La inauguración del tramo Salina Cruz–Tonalá del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec reencendió una esperanza largamente postergada: que el Soconusco deje de ser solo frontera y se convierta en plataforma estratégica para el comercio exterior. Empresarias y líderes industriales ven en el tren una puerta hacia Centroamérica, con rutas más baratas, tiempos más cortos y menos obstáculos logísticos. Pero detrás del entusiasmo, permanece la pregunta estructural: ¿las vías traerán desarrollo o solo tránsito?

Patricia Cárdenas Ruiz, presidenta de AMEXME Tapachula, lo planteó con optimismo: el tren puede detonar la economía regional, reducir los tiempos y costos con Guatemala y posicionar a Tapachula como capital económica de Chiapas. Empresarias guatemaltecas ya visualizan un beneficio concreto: menos espera, menos gasto, más mercado.

Sí, es un punto de inflexión. Pero no automático.

Infraestructura sí, transformación aún no

El Soconusco ha visto llegar infraestructura antes: Puerto Chiapas, los corredores logísticos, el proyecto de Zona Económica Especial, incluso anuncios de aeropuerto de carga. Todos tuvieron actividad, pero ninguno se convirtió en motor regional. La infraestructura se construyó, pero la industrialización no llegó. La exportación creció, pero el valor agregado se siguió generando fuera.

No fue falta de proyecto. Fue falta de política productiva.

Tren: rapidez no significa desarrollo

El ferrocarril, como lo explicó Nicolás Castañeda de Canacintra, puede reducir hasta en 30% los tiempos de traslado y ofrecer una alternativa frente a los bloqueos carreteros que generan pérdidas de hasta 800 millones de pesos diarios. Esa solo ventaja ya justifica la obra.

Pero el tren mueve mercancías, no necesariamente mejora las condiciones para producirlas, transformarlas o venderlas con mejores márgenes. La velocidad no elimina la burocracia: los trámites aduanales, las certificaciones, los permisos sanitarios y los costos fiscales seguirán siendo los mismos para los productores locales.

Lo que el tren sí puede cambiar… y lo que no

El ferrocarril puede abaratar el transporte, hacer más competitiva la conexión con Centroamérica y atraer inversiones logísticas e industriales. Puede traer manufactura ligera o facilitar la movilidad entre municipios. Incluso puede volver menos vulnerables a las empresas frente a los bloqueos carreteros o la pérdida de productos perecederos.

Pero no garantiza que los agricultores, pequeños exportadores o comerciantes del Soconusco obtengan mejores precios, menos cargas fiscales o acceso directo a mercados. Tampoco asegura que el valor generado por las mercancías se quede en la región y no solo la atraviese.

En pocas palabras: el tren puede acelerar el trayecto, pero no resuelve de origen la desigualdad económica, la falta de transformación industrial o la ausencia de incentivos verdaderamente regionales.

El verdadero desafío está después de la inauguración

Cuando la vía llegue a Huixtla y finalmente a Suchiate, Chiapas estará conectado logísticamente. Pero la región solo se transformará si la inversión no se queda en los polos industriales y si los incentivos fiscales se traducen en oportunidades locales. Si el Corredor Interoceánico quiere ser histórico, tiene que hacer algo que los proyectos anteriores no lograron: integrar a los productores, empresas y trabajadores del Soconusco a la economía que pasa sobre las vías.

Conclusión

El tren puede mover mercancías; lo que está en duda es si moverá la economía.
Puede conectar territorios; falta ver si conectará oportunidades.
Puede traer inversión; pero el verdadero desafío es que deje desarrollo.

El Corredor Interoceánico no será histórico solo por llegar a Chiapas, sino por quedarse en Chiapas.

Vía Diario del Sur

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