Por Adolfo Ruiseñor
Hay quienes dicen que es de buena o de mala suerte su sombra, depende; hay quienes lo veneran y lo respetan, también.
Hace más de 2 mil años le cortaron una rama a un árbol gigantesco de Higuera. La orden la emitió Ashoka El Grande, emperador de la India. Ashoka le otorgó un estatus de dignidad real a dicha rama y la plantó en un vaso de oro sólido, una historia que forma parte del poema épico el Maja-vansha («El gran linaje»).
También se dice que fue bajo este mismo árbol que Buda alcanzó la iluminación.
Ahora tocó turno a otra higuera hermosa y de infinita fronda en la colina universitaria, ser testigo –caída ya la tarde en el cielo caliente de Tuxtla–, de ver arribar al hombre que ofrece construir y encabezar una nueva ERA para Chiapas, ante el paso de gobiernos que han transitado en la espesura gris de la medianía y nos han dejado en el abandono.
Danzas, música autóctona, ritos de bendición ancestral y buenos deseos, abrieron una tardeada que se prolongó hasta la noche.
A este escenario multicolor y plural, arribó sonriente, afable y entusiasta Eduardo Ramírez el sábado 11 de mayo para la presentación de su libro Plan Chiapas Transformador 2024 (Plan Chiapas Libre a Doscientos Años de la Federación a México).
Hablamos de un sobrio, inteligente y bien fundado diagnóstico de lo que ha sido y es esta entidad en su panorama global y en sus hechos históricos, así como sus perspectivas, posibilidades, estrategias y acciones para el futuro inmediato.
Ante el milenario y adorado árbol, los Doctores Amanda Torres Freyermuth y Sarelly Martínez, comentaron el libro de Ramírez Aguilar destacando su dimensión simbólica en el marco de las fechas que han sido un parteaguas histórico en la vida social y política de Chiapas.
Reconocieron el hecho de que solo el conocimiento de nuestro pasado, de sus datas más trascendentes, de las ideas, pensamientos y acciones que nos han llevado a ser lo que somos, nos permite claridad, templanza y suficiencia para proyectar un mejor presente y definir un mejor futuro en bien de toda la colectividad.
Muchas lides, cambios sociales y revueltas han sacudido a Chiapas desde el bicentenario de su Federación al pacto nacional, y en el libro queda claro que solamente un ejercicio democrático, inclusivo, libre y soberano, puede garantizar un paso adelante sin recular.
Eso lo sabe el Jaguar oriundo de Comitán. Ha podido leer en las palmas de la mano de nuestra historia, lo que el aire de cada tiempo vivido dejó como rúbrica; lo que requerimos, lo que necesitamos, lo que soñamos, lo que anhelamos; sumando sin restar, multiplicando sin dividir.
Por ello, Plan Chiapas Transformador tiene objetivos claros sobre cómo abordar las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, cómo poner especial enfoque en las comunidades indígenas y rurales, cómo mejorar los servicios básicos y crear oportunidades económicas para el bienestar y el desarrollo.
Sobre su propio libro, ERA reafirmó que parte de emular lo que en su momento hizo Joaquín Miguel Gutiérrez, con El plan de Chiapas Libre, en el que planteó la Federación de Chiapas a México, la Independencia de México y otras ideas y puntos de vista que sirvieron como base para generar las condiciones de una vida republicana en nuestro país.
“Nosotros, con El plan Chiapas transformador, 200 años después queremos hacer un planteamiento sobre los problemas, el diagnóstico que viven las familias chiapanecas, a través de una lectura ágil, rápida y de gran entendimiento”, aseguró El Jaguar esa tarde que ya era una noche de fiesta y diálogo.
Ante un nutrido auditorio en el escenario al aire libre, bajo la fronda de la Higuera a la que proyectaban maravillosos juegos de luz para multiplicar aún más su proverbial belleza, Ramírez Aguilar pasó nuevamente lista de nuestra compleja y diversa problemática, sin prometer milagros ni ocurrencias; solamente planeación inteligente, definición de prioridades, trabajo conjunto y transformación a fondo con resultados, dijo.
Alumnas y alumnos universitarios, académicos, artistas, escritores, intelectuales, políticos de variadas insignias, además de las agrupadas en la coalición que propone al Jaguar, fuimos atentos testigos de este acto sencillo, ameno, franco y directo, donde el favorito para ganar las elecciones al cargo de jefe del Ejecutivo estatal, llegó para convivir con las ideas fecundas, reafirmando el proceso de comunicación cálido y cercano que ha caracterizado su campaña. Valió el viaje.
Tengo para mí que la sombra de la Higuera es un buen augurio; una señal, un espacio solidario y abierto; una esperada praxis como la que anuncia Eduardo Ramírez, en la que habrá de poner orden en la casa que llamamos Chiapas; también, una sólida esperanza en el corazón de quienes amamos esta bendita tierra, y que ahora late fuerte al unísono.
Gracias por esa tarde, por ese día. Fue inspiradora e iluminadora como el árbol que seguramente cobijó a Sidarta Gautama.