El ocaso / Eduardo Torres Alonso

Después de un controvertido proceso electoral y de una cuestionada elección, un grupo de mexicanos y mexicanas, liderados por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano llamó a la creación de un partido político con una orientación de izquierda. Era esa la opción o la confrontación violenta contra un sistema político que usaría todos los recursos a su disposición para mantener el estatus quo. A la distancia, la decisión mesurada de Cárdenas por optar por una vía política fue la idónea.

El Partido de la Revolución Democrática se formó al calor del movimiento postelectoral de 1988. Se trataba de un conglomerado heterogéneo de expresiones sociales aglutinadas por quien después sería considerado su líder moral. Las múltiples expresiones de la izquierda mexicana, movimientos sociales, y algunos sectores de clase media y empresariales sumaron esfuerzos para que, después de satisfacer los requisitos, la autoridad, en ese momento la Secretaría de Gobernación vía la Comisión Federal Electoral, reconociera su existencia. La fecha del nacimiento del PRD es el 5 de mayo de 1989, cuando se celebró su Asamblea Nacional Constitutiva.

La historia de este partido es digna de reconocerse. Producto de una controversia electoral, sus primeros años fueron de persecución y asedio. Las convicciones que animaron a sus fundadores y seguidores no mermaron y gradualmente el PRD fue ganando elecciones en ayuntamientos, congresos y gubernaturas. Bajo el liderazgo cardenista, el también llamado “Sol Azteca”, logró hacer de la capital de México el bastión de la izquierda. Desde 1997 hasta ahora la jefatura de Gobierno del Distrito Federal / Ciudad de México ha estado ocupada por personas que reconocen su militancia en esta expresión ideológica. No fue sino hasta el triunfo de Morena en 2018 que el PRD dejó de gobernar la ciudad.

De forma similar, el PRD encontró asiento en entidades del sur de México y en algunos del norte en donde formó gobierno. Su discurso, basado en el nacionalismo revolucionario, y su lucha en favor de los grupos deprimidos significó la oportunidad para que liderazgos sociales se acercaran a la política partidista. Contribuyó a que en México existiera el gobierno dividido obligando a la autoridad y a su partido a negociar con la oposición que era mayoría en el Congreso. La contribución de este partido y su militancia a la alternancia política y a la construcción de una democracia electoral es sustantiva.

El 2 de junio de 2024 la ciudadanía decidió no refrendarle su confianza y perdió el registro. No obtuvo el 3 por ciento, como mínimo, de la votación válida emitida en ninguna de las elecciones federales (Presidencia de la República, Cámara de Diputados y Cámara de Senadores) tal como lo establece la Ley General de Partidos Políticos en su artículo 94.

Con ello, termina un ciclo en la historia política de México. Para nadie fue sorpresa que este partido obtuviera un resultado tan pobre. Los conflictos internos; la nula renovación de cuadros; la salida de militantes; la incapacidad para asumir una identidad ideológica clara de forma reciente; en fin, no escuchar a la sociedad llevaron a que esta organización política dejará de ser una alternativa real para la ciudadanía.

La extinción del PRD es parte de la terminación de lo que, en fechas recientes, se ha llamado el fin del sistema de partidos de la transición, conformado por este, el PRI y el PAN. El descrédito los acompaña. Se fue la Revolución Democrática y la salud de los otros dos no es la mejor.

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