Productores denuncian la pérdida continua de hectáreas por el cambio de cauce del río que divide México y Guatemala. Conagua invierte 100 millones en un muro de contención, pero ejidatarios aseguran que es insuficiente
AquíNoticias Staff
En el extremo sur de México, donde el río Suchiate separa a Chiapas de Guatemala, la frontera se mueve con la fuerza del agua. No por acuerdos diplomáticos, sino por la erosión: cada temporada de lluvias el cauce cambia de rumbo, arrastrando hectáreas de tierra mexicana y alterando la línea divisoria.
“El problema es que México se está haciendo más pequeño”, advierte José Manuel Ovalle Sosa, comisariado del ejido La Libertad y presidente de la Unión de Ejidos David Rey González, en el municipio de Suchiate.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), tras el huracán Stan en 2005 se perdieron más de 100 hectáreas de territorio nacional. Desde entonces, la erosión avanza hasta nueve hectáreas por año, dejando cultivos destruidos, caminos cortados y familias desplazadas.
El ejido La Libertad, con más de siete décadas de historia, vive ahora entre el miedo y el lodo. Tierras que antes eran plataneras productivas se han vuelto pantanos. “Tenemos unas 40 hectáreas que ya no sirven y otras en riesgo”, cuenta Ovalle, quien recuerda que durante Stan la Marina tuvo que evacuar familias enteras en helicóptero.
Después del desastre de 2005, se prometieron dos obras: el desazolve del Suchiate y un bordo de contención. Solo una se inició, y a medias. “El proyecto del bordo comenzó en 2021 con 940 millones de pesos, pero se detuvo. Faltaban 520 millones que nunca se aclararon”, denuncia Ovalle, quien asegura haber pedido explicaciones directamente al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador.
Con la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum en 2024, el tema volvió al Presupuesto de Egresos de la Federación, con una asignación de 640 millones, aunque para 2025 solo se autorizaron 100 millones de pesos. La Conagua confirmó que esos recursos se destinan a 900 metros del muro de contención, de los 7 kilómetros requeridos.
“Con eso no alcanza. Son siete kilómetros los que necesitamos para proteger a más de 3.000 familias y, sobre todo, el territorio nacional”, insiste Ovalle.
El organismo federal informó que la inversión actual forma parte de un plan integral de protección, que busca reducir los riesgos de desbordamiento y fortalecer la estabilidad económica y productiva de la región. Sin embargo, en Suchiate lo ven como un esfuerzo insuficiente.
El impacto económico es severo: los ejidos afectados son 100% plataneros y bananeros, y la pérdida de tierra significa pérdida de sustento. “Desde el paso del huracán Stan hemos perdido más de 30 hectáreas de producción. Y sin apoyo federal, los daños son mayores”, lamenta Ovalle.
Para los campesinos, la erosión no solo destruye cultivos: borra territorio mexicano. “Cada hectárea que se va, queda del lado de Guatemala. Lo que antes era México, ahora está del otro lado del río”, explica el dirigente.
En comunidades como Rayón, Miguel Alemán, Brisas del Suchiate y La Libertad, más de 14.000 personas viven con el miedo de un nuevo temporal. “No dormimos cuando llueve; solo escuchamos al río rugir y le pedimos a Dios que no se meta otra vez a la comunidad”, confiesa Flavio Lara Pérez, productor afectado.
En La Libertad, el Suchiate no solo marca una frontera: divide el pasado y el futuro de una comunidad. El muro que construye Conagua representa más que una obra hidráulica: es una promesa de vida y soberanía para quienes se niegan a perder su tierra.
Vía Diario del Sur