Ella es Xchitl, una razn por la que la cotidianidad deberia ser tener mas mujeres en la ciencia

La niña chiapaneca ha recibido diferentes reconocimiento a nivel nacional.

Xóchilt Guadalupe Cruz López tiene 13 años de edad y ha ganado diferentes premios a nivel nacional y estatal por su trabajo en la ciencia

Sandra de los Santos / Aquínoticias

La que me contesta el teléfono, directamente, es ella. Me presento, y Xóchilt Guadalupe Cruz López de 13 años de edad me pregunta cómo estoy, me dice que en San Cristóbal de las Casas, donde vive, hace frío. La imagino con el celular en altavoz sentada en el comedor de su casa, me encantaría mirarla a los ojos, que me enseñara cómo funciona su proyecto «baño calientito», y ver si es la misma persona que observé en las imágenes de un periódico internacional que contaba que una niña chiapaneca de ocho años ganó el premio de ciencia de la Unam. Seguramente ha crecido. Han pasado cinco años desde que obtuvo ese reconocimiento.

«La ciencia es algo muy bonito porque nos sirve en la vida cotidiana. Sin la ciencia no podríamos tener internet, no tuviéramos la cura para las enfermedades y nos costará más la vida» me dice Xóchilt, quien a su corta edad tiene diferentes reconocimientos por sus proyectos científicos.

Cuando tenía cinco años, cuenta, su madrina la invitó a participar en el Programa Adopte un Talento (Pauta), que ofrece talleres de ciencia a niños y niñas en diferentes partes de la república. Cada sábado, antes de la pandemia, iba a las instalaciones de la organización para hacer experimentos, participar en talleres, y conversar sobre ciencia.

Desde hace dos años debido a la contingencia sanitaria, los talleres de Pauta se realizan en línea. A Xóchilt le agradan más las clases presenciales, pero no ha perdido el interés por el tema, le gustaría en un futuro ser tallerista en esta misma organización y enseñarles mediante proyectos a otros lo que ha aprendido.

La diferencia entre cómo se enseña ciencia en la mayoría de las escuelas a cómo se hace en Pauta, para ella, es muy evidente. Todo radica en la práctica, en que se aprende desde la cotidianidad, se busca resolver problemas sociales mediante proyectos científicos. «No hay nada que no se pueda resolver que no incluya la ciencia» me dice convencida. El principio lo tiene bien introyectado.

Así es que nació su proyecto «baño calientito» con el que viene trabajando desde hace varios años. «Aquí en San Cristóbal hace mucho frío, y el agua siempre está fría y es costoso calentarla porque se gasta gas o energía eléctrica. Las personas se enferman de las vías respiratorias sobre todo los niños y las personas mayores».

Realizó un calentador de agua con material reciclable que se alimenta con celdas solares. El piloto lo instaló, hace algunos años, en su casa. Pero, ha realizado otros que se han colocado en hogares que habitan personas con bajos recursos económicos. Para determinar dónde se necesitarían más hizo una investigación de campo. Ha continuado con el proyecto buscando perfeccionarlo, probando nuevos materiales, y le ha nacido el interés de incursionar en la investigación de las energías renovables.

«Quisiera dejar en pausa un rato el proyecto con el que he venido trabajando y empezar a trabajar con celdas solares» cuenta la niña, quien va en primero de secundaria en una escuela pública.

Xóchilt dice que no hay que tenerle miedo a las herramientas.

Su materia preferida es matemáticas, pero lo que quisiera estudiar es medicina humana. Sabe que apenas está empezando en su recorrido académico, y es consciente que la incursión de las mujeres a carreras relacionadas a la ciencia es mucho menor en comparación a los hombres.

De acuerdo con el análisis ¿Dónde están las científicas?, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Chiapas se encuentra entre las cinco entidades donde menos mujeres están estudiando carreras científicas. A nivel mundial el género femenino representa solo el 28 por ciento en carreras de este tipo en comparación con los hombres que representa el 72 por ciento en la misma área.

La falta de apoyo de parte de la sociedad, los estereotipos de género, la forma de enseñar la ciencia y el propio rezago educativo son algunas razones por las que las mujeres han quedado relegadas en la ciencia, por ello, con la finalidad de impulsar su participación cada 11 de febrero se celebra el día internacional de la niña y las mujeres en la ciencia.

Xóchilt decidió desafiar las estadísticas y los estereotipos y entrarle con todo a lo que le gusta: los proyectos científicos. Me dice que las mujeres le debemos de perder el miedo a las herramientas, que hay que tomarlas sin miedo y que ya nos acostumbraremos a ellas.

Además de sus talleres de ciencias, también le gusta jugar fútbol. Los martes y jueves se dedica a entrenar. Como la mayoría de las y los estudiantes ya está cansada de las clases en línea así que salirse un rato de la computadora es algo que agradece.

«Me gusta jugar fútbol, con mis mascotas y a veces con mi hermano. También me gusta estar en el internet». Xóchilt no es una niña muy diferente a cualquiera de su edad, es curiosa, le gusta jugar, conversar con las y los demás; pero a los cinco años le enseñaron la ciencia de una manera distinta y le gustó, descubrió que no es «algo» de un territorio lejano e inalcanzable, sino todo lo contrario. Le mostraron que la ciencia se toca, que no es algo para los otros, sino también para ella, que ayuda en la vida diaria, y que además es divertida.

Le pregunto quién es su referente de mujer científica y me habla de una de las más conocidas: Marie Curie; pero también me dice que por las mujeres es que tenemos libros electrónicos y wifi…ella no lo menciona, pero también hay que decir que es por una mujer que en San Cristóbal de las Casas hay personas que tienen un baño calientito.

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