Hace unos días la Relatoría sobre derechos económicos, sociales y ambientales (Redesca) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, presentó su más reciente informe que detalla la situación ambiental de los 35 países de la región.
Ofrece para México datos que preocupan y llaman a la acción: es una de las 10 naciones con mayor proporción de muertes atribuibles a la mala calidad del aire por quema de combustibles fósiles, y al mismo tiempo la que registra más emisiones de Gases de Efecto Invernadero del sector energético según la Cepal. Este organismo indica que, en 2021, se sucedieron en el país 10 desastres relacionados con el cambio climático en los que hubo personas fallecidas.
El documento señala el riesgo de la disponibilidad de agua en amplias comunidades en los siguientes años, particularmente por el cambio climático que modifica los patrones de precipitación y humedad. México es uno de los 25 países del mundo que enfrenta un mayor estrés hídrico, según el Instituto de Recursos Mundiales. Más de 50 millones de sus habitantes enfrentan algún tipo de escasez y el 10% de la población definitivamente no tiene acceso a agua potable según los datos que arroja el V Informe Anual de la Redesca. Sumado a lo anterior se advierte que el aumento de las temperaturas derivará en un aumento de la demanda de agua. La crisis hídrica se ha agudizado especialmente en el norte de México. El año pasado ahí se padeció una intensa y severa sequía. Las autoridades de la zona metropolitana de Monterrey y La Laguna han adoptado medidas para racionar el recurso que escasea en forma dramática. El río Colorado que provee agua a Sonora y Baja California desde Estados Unidos en el marco del Tratado bilateral de 1944, presenta estiaje por la sobreexplotación y el cambio climático. Y más recientemente, en los viñedos de Casa Madero en Parras, Coahuila, se escenificó una disputa con ejidatarios por el agua. Nos enfrentamos a un escenario inédito en el que no habrá suficiente agua para satisfacer las necesidades de una población conocido como «Día cero», que los expertos atribuyen al crecimiento de la población, la industria, la agricultura y los malos estilos de vida. Los bosques destrozados, la desertificación, los mares repletos de plástico y el calentamiento global nos acercan a la extinción. Debemos redoblar los esfuerzos para poner en marcha medidas efectivas que mitiguen la contaminación ambiental, la sobreexplotación de los recursos forestales, el manejo de desechos sólidos y el cuidado del agua en todas las regiones o estaremos presenciando la pérdida masiva de nuestro hábitat.