En búsqueda de una vida digna, indigenas sacrifican identidad

Existen miles de familias en situación de pobreza extrema que en la búsqueda de mejores condiciones se trasladan a la urbe, donde se enfrentan al desempleo y la discriminación sistemática

Elizabeth Marina/portavoz

[dropcap]E[/dropcap]n medio de una ciudad tan grande, las calles le parecen todas iguales, respira profundo pero aún siente que el aire le es insuficiente; se siente perdida. Manuela no sabe leer ni escribir, apenas habla español. Las carencias en su lugar de origen la orillaron a probar suerte en la capital, a donde llegó en busca de una vida digna y mejores oportunidades de empleo.
Hace pulseras, blusas y trabajos más elaborados pero le pagan muy poco por las horas que dedica a sus bordados, por esa razón prefiere los trabajos sencillos. Hace cuatro semanas comenzó a buscar empleo en restaurantes o tiendas de autoservicio, sin embargo, las puertas para ella, su esposo y su hijo, se mantienen cerradas.
Como Manuela, existen miles de familias indígenas en situación de pobreza extrema que en la búsqueda de una vida digna y productiva, migran a la urbe y se enfrentan al desempleo laboral y discriminación sistemática que los orilla a ocultar sus raíces y, muchas veces, sumarse a las estadísticas de miseria que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), aqueja al 76 por ciento de la población de Chiapas.

Trabajo precario

De acuerdo con el diagnóstico «Cuatro dimensiones asociadas al fenómeno de pobreza en México» elaborada por la Comisión para el Diálogo Nacional con los Pueblos Indígenas de México (Cdpim), de la Secretaría de Gobernación, Chiapas es la séptima entidad que más población concentra, sin embargo, es la que registra el menor porcentaje de población ocupada.
Las ilusiones de Manuela se vienen abajo al descubrir que existe un gran número de desempleados con los que debe competir, pero en su caso la corta escolaridad y la dificultad para hablar español limitan aún más las probabilidades.
Por su parte, la antropóloga y profesora en los posgrados de la maestría en Estudios Culturales de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), Berta Palacios, señala que la pérdida de la lengua e identidad indígena forman parte del trasfondo que la migración a baja escala tiene en el país.
La especialista señala que si bien, la migración es multicausal, existen detonantes como la pobreza y el rezago educativo que obligan al indígena a migrar a las ciudades, sin embargo, esto genera un mayor número de desempleo urbano e inestabilidad social.
El hecho de migrar a la ciudad ─asegura─ ya los hace vulnerables y explica que la mayoría de los indígenas son marginados y despreciados, no sólo por el hecho de ser pobres sino también por ser parte de una cultura que es sumamente distinta a la del resto de la población.
Otra de las causas de la migración, afirma la especialista, es la aspiración de los jóvenes por terminar una carrera, sin embargo, en la ciudad la oportunidad de alcanzar un nivel universitario es casi nulo, ya que el analfabetismo es consecuencia del rezago educativo que los indígenas enfrentan.
Sumergidos en la realidad, se ven limitados a adquirir trabajos domésticos, autoemplearse o bien, en el caso de las artesanas, tomar como medida alterna el ambulantaje.

Pérdida de la lengua materna

Manuela tuvo que dejar de usar blusas de holanes y faldas con tejidos de colores para mermar las burlas de los compañeros de escuela de su hijo. Asistir a las juntas y evitar que el resto de los padres de familia conocieran sus raíces no solo se convirtió en una tarea difícil sino también agotante y humillante.
«El temor a ser discriminados los orilla (en caso de ser padres) a no enseñarles la lengua materna a su hijos, creen que es innecesario y además un riesgo a que en un futuro, sean menospreciados por su lengua, cultura y origen indígena», comenta la antropóloga Berta Palacios.
El número de personas hablantes de lenguas indígenas en la ciudad ha tenido una reducción significativa, según explica la antropóloga, ya que muchos sí saben hablar una lengua distinta al español, pero no dicen que son bilingües por temor a ser discriminados.
En un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, precisa que el 27 por ciento de la población en Chiapas es hablante de alguna lengua indígena; tseltal, tsotsil, chol y zoque son las que más predominan.
No obstante, el doble discurso y moral que existe entre la población, propicia la pérdida de cultura y lenguas en el estado, pues por un lado se aprecia el folclor, costumbres y tradiciones de los pueblos indígenas y por el otro, se le sigue viendo de una manera marginal.
«Para construir una mejor sociedad es necesario el trabajo conjunto, es decir; ¿por qué seguimos tratando al indígena como un ser inferior?; en lugar de burlarnos de sus raíces o excluirlos por no saber el español, pongámonos el reto de aprender una lengua, hacer que estos grupos no desaparezcan y así, aportar a su preservación», finalizó la especialista.

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