El estado ocupa el primer lugar en indicadores de pobreza en la niñez con el 82 por ciento dentro del rango de los recién nacidos hasta los 17 años, según Inegi
Ana Liz Leyte / Aquínoticias
Artemio y a Ermelindo, los podrán encontrar todos los días trabajando a un costado del kiosko de la Catedral de San Marcos, sobre la primera sur, en el corazón de Tuxtla Gutiérrez.
Artemio y Ermelindo, son dos menores de 12 y 10 años de edad (respectivamente), que se dedican a bolear zapatos y vender dulces en la vía pública; los conocidos boleritos y chicleritos, que pasan a formar parte de los miles de menores que obligadamente tienen que trabajar para ayudar a sus familias.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, Chiapas ocupa el primer lugar en indicadores de pobreza en la niñez con el 82 por ciento dentro del rango de los recién nacidos hasta los 17 años. Es decir, de cada 100 niños y adolescentes, 82 son pobres.
Artemio y Ermelindo, tienen seis hermanos más, pero pronto serán en total nueve, pues su mamá está embarazada. «Somos ocho, diez con mi papá y mamá, 11 con el nuevo bebé y 12 con el que se murió», explicó Artemio, al mismo tiempo que entre risas hablaba en tsotsil con su hermano.
Ermelindo, el más pequeño de ambos, también es el que menos habla y más se ríe, es él quien bolea zapatos y asegura que de grande se quiere dedicar «a lo que sea», pero menos a lo que actualmente realiza. Ambos señalan que tienen deseos de ir a la escuela, estudiar, jugar y convivir con más niños y niñas, pero la difícil situación económica en su familia, se los impide.
Actualmente su padre se encuentra trabajando en Estados Unidos, y su mamá –que actualmente está embarazada- cuida a sus otros seis hermanos que continúan viviendo en San Juan Chamula.
«Vivimos solitos los dos… –¿no les cobran cara la renta? -, sí, mil 200, – ¿por ustedes dos nada más? -, somos tres, un conocido porque mi papá está trabajando en el otro lado, -Estados Unidos-, sí», detalló Artemio.
Estos dos menores, no tienen a ningún familiar en Tuxtla Gutiérrez, sus actividades todos los días, son las mismas; se levantan muy temprano y acuden al parque central a trabajar sin descanso, asimismo, presentan carencia en el acceso a la alimentación, pues sólo pueden costear una comida al día, que tiene un valor de 30 pesos.
«Salgo a las 7, me voy a las 8, – ¿desayunas en tu casa? -, no, – ¿no comes aquí? – voy al comedor, – ¿ahí te dan de comer? -, lo pago, – ¿cuánto? – 30 cada uno», señaló Artemio.
Artemio y Ermelindo, al igual que miles de menores en Chiapas, han dejado los juegos, las aulas y las travesuras, para hacerse responsables de su propia vida, pero además ayudar a su familia, para ellos no hay oportunidad de un futuro esperanzador, pues lo único a lo que aspiran es a seguir trabajando.