Comisión de Género en Chiapas, convertida en aduana religiosa
La campaña para reunir firmas lanzada por la agrupación Iniciativas Feministas, mediante la plataforma change.org, para pedir la renuncia de la diputada Janette Ovando Reazola a la presidencia de la Comisión de Igualdad de Género del Congreso de Chiapas se había tardado demasiado. Y es que, la trayectoria e historial de la diputada panista plurinominal no auguraba nada positivo desde el comienzo su tercera gestión legislativa.
Para nadie ha sido un secreto el activismo religioso de Ovando Reazola. Durante sus primeros años en la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional (PAN) fue acusada de convertir a las oficinas del Comité Ejecutivo Estatal en una sucursal de la congregación a la que asiste desde hace muchos años con ferviente devoción pública.
En ese entonces, se le acusó de desviar recursos para beneficiar a la congregación Ministerio Internacional El Rey de Gloria, con dinero emanado de las prerrogativas. Y es que, la vinculación de Ovando Reazola con dicha congregación y su líder religioso, Carlos César Burguete Flores, es hasta ahora públicamente reconocida por la panista y el mismo pastor evangélico.
Pero su relación personal o religiosa no fue el verdadero meollo del escándalo. El tema que atrajo el interés público tuvo que ver con el uso de recursos federales para presuntamente financiar algunos de los gastos de la iglesia evangélica a la que ella misma pertenece y la inclusión en la nómina del Comité Estatal del PAN de personas ligadas con la referida congregación.
En cuestión de un año los puestos administrativos dentro del Comité Eejecutivo Estatal dejaron de estar en manos de militantes panistas para ser ocupados por integrantes del denominado «Ministerio Internacional El Rey de Gloria». Se trataba de cargos tan importantes como el de la tesorería, entre otros puestos clave que Ovando Reazola entregó prácticamente a su congregación.
Dentro de las acusaciones destacaron presuntos gastos operativos por alrededor de 50 mil pesos semanales, así como el supuesto uso de parte de los recursos (alrededor de 20 mil pesos mensuales) para pagar la renta del inmueble donde opera la agrupación religiosa en Tuxtla Gutiérrez, y el pago de constantes viajes a Miami, Florida, para acudir a eventos realizados por el Ministerio Internacional, con sede en aquella ciudad norteamericana.
Reazola nunca ha separado a sus creencias religiosas de su «oficio» político. Se ha encargado de confirmarlo una y otra vez mediante sus declaraciones, posturas y eventos públicos. Es una legisladora que parece estar más enfocada a usar sus posiciones políticas para favorecer a su congregación e intereses personales que al resto de la población estatal.
Ovando es la intítesis de la lucha progresista por los derechos a la igualdad y equidad jurídica para las mujeres en México. Ella, junto a otras de sus compañeras legisladoras, representan justo a ese sector que prefiere que las cosas permanezcan en la misma desventaja y simulación -plagada de vanidad- donde ellas sólo obedecen también las intrucciones de sus patriarcas (religiosos o políticos)… O como olvidar las recientes declaraciones de la presidenta del congreso estatal, Rosa Bonilla, asegurando que su opinión sobre las iniciativas de género simplemente «no importa».
Por eso Janette Ovando nunca debió ser electa para presidir la comisisón legislativa que ahora encabeza. Se ha dedicado a obstaculizar toda inciativa para el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en Chiapas. No ha habido iniciativas de transformación profunda con perspectiva de género y su permanencia ahí solamente ha significado un valioso tiempo perdido para la denominada agenda progresista.
Su reciente aparición en la campaña publicitaria de las congregaciones religiosas «Voto Católico», para integrar a legisladores abiertamente cristianos contra iniciativas que contradigan sus creencias religiosas, ha despejado cualquier mínima duda sobre la poca importancia que tiene para ella el sentido constitucional de «Estado laico», en un Chiapas democrático, plural y diverso que no le significan nada.
Con sus muy contadas excepciones, el Congreso de Chiapas vive hoy una evidente parálisis en torno al reconocimiento de los derechos de las mujeres a una vida libre de violencia (social, sexual y reproductiva). Y es que, mientras las mujeres en cargos de poder no asuman su responsabilidad de género los avances para este importante sector seguiran lentos, manteniendo sus posiciones sin representación efectiva para el sector al que ellas mismas pertenecen… así las cosas.