Morena, convertido en lo mismo que tanto criticó
Convertidos exactamente en lo mismo que tanto criticaron, Morena hizo de su proceso electoral interno en Chiapas, ocurrido el pasado sábado, un espectáculo de acarreo, compra de votos, urnas vandalizadas e intervención gubernamental, bastante similar a lo ya visto antes con otros partidos políticos opositores.
La elección de congresistas o concejeros distritales se enturbió desde varias semanas antes de la elección. La incrustación a conveniencia de varios personajes oscuros al partido y la descarada intervención de los tres niveles de gobierno hicieron del proceso un «cochinero» plagado de sospechas, desconfianza y descrédito.
En municipios como Huixtla, Tapachula, Bochil, Pichucalco, Reforma y Huehuetán algunas casillas terminaron canceladas por la destrucción o quema de urnas. Las imágenes de unidades de pasajeros o camiones de carga llenos de «acarreados» inundaron las redes sociales. En algunos casos ni siquiera se disimuló la instrucción operativa para orientar el voto.
Militantes con instructivos en mano para no equivocarse al votar, denuncias de opositores por la supuesta compra de sufragios (de entre 200 o 500 pesos por voto), funcionarios en las casillas de votación y hasta el reparto de refrigerios, fueron algunas de las imágenes que tiñeron la nutrida jornada del pasado 30 de julio.
La propia dirigencia del partido en Chiapas reconoció este mismo sábado que cinco de las sedes no pudieron concluir el proceso de votación debido a complicaciones. Sin embargo, las irregularidades reportadas de manera extraoficial fueron muchas más.
Finalmente será en los próximos días cuando se elija al nuevo dirigente estatal de entre los concejeros electos. Por eso la ambición descontrolada y la guerra sin escrúpulos del poder por el poder durante las últimas semanas, pues serán las nuevas autoridades quienes tengan en sus manos el control del partido a la hora del reparto de candidaturas durante próximo proceso electoral federal.
A eso se debe la intervención descarada de todos los frentes e intereses involucrados en el partido. El dispendio de este fin de semana no ha dejado espacio a las dudas de que Morena, al menos en Chiapas, sigue fielmente hoy la misma ruta que otros partidos políticos en México, que juraron fervientemente ser las nuevas izquierdas, donde el pueblo y las bases mandaban, pero se convirtieron en lo mismo de siempre.
Lo que lamentablemente sucede hoy en Morena no es nada nuevo en la historia de la política mexicana. Se trata de organizaciones que nacieron como supuestos espacio para quienes no creían en lo que representaban las viejas fuerzas políticas, que luego empoderaron a nuevos caciques, después se convirtieron en refugió de «exiliados convenientes» y terminaron bajo las mismas dinámicas de cúpula ansiadas de poder interminable, como las que tanto criticaron.
El PRD es ahora el más reciente ejemplo de lo anterior, y también el espejo que Morena se ha negado a ver ante los ensueños del arrastre Obradorista. Contaminado en sus entrañas por los cacicazgos voraces que se han adueñado del partido, ya sin López Obrador, el Partido de la Revolución Democrática lo ha perdido prácticamente todo, terminando reducido a bufón de sus viejos opositores.
Es el riesgo que Morena no ha querido ver en el horizonte ante el evidente retiro de López Obrador, su ausencia en las boletas de 2024 y la clara disposición del ahora presidente de la república para desmarcarse en caso de que el partido ya no le convenga más a su imagen pública. Si nada cambia, Morena, en entidades como Chiapas, se encamina de manera acelerada hacia un desgaste inevitable que ya sin Obrador, seguramente lo dejará convertido en otro más de los recalcitrantes partidos de siempre… así las cosas.