El gran reto de Eduardo Ramírez
Luego de más de dos décadas de construir un proyecto político, que comenzó en 2002 con la sindicatura municipal de Comitán, este domingo Eduardo Ramírez Aguilar finalmente tendrá su cita con el destino al asumir la gobernatura de Chiapas. Y lo hará con una votación histórica acuestas, que le otorgó alrededor del 80% de los sufragios, y un complejo reto de frente llamado Chiapas.
El camino de Ramírez Aguilar a la gubernatura chiapaneca no fue nada fácil. Y es que, a diferencia de otros gobernadores de rápido acenso, al comiteco le tocó remar contra corriente. No provenía de familias poderosas económicamente o encumbradas en la política, por lo que tuvo que aprovechar al máximo cada espacio y oportunidad.
Lejos de las poderosas estirpes caciquiles, Eduardo se desarrolló en el seno de una humilde familia de comerciantes. Sus padres, don Oscar y doña Natividad, se dedicaron buena parte de su vida a la venta de mercancías, haciendo florecer un negocio (El Baraterito) en el que el propio Eduardo, junto a sus hermanos, trabajó desde muy pequeño.
Le tocó irse a estudiar la universidad fuera de la entidad, a Puebla, para finalmente convertirse en el primer abogado de la familia; y allá emprendió sus primeras experiencias laborales de litigio y relaciones profesionales que luego definieron su destino para retornar a Chiapas e iniciar su ruta dentro de la política local.
Así, luego de que desde Puebla recomendaran su trabajo, Ramírez Aguilar regresó a Comitán donde se integró el equipo de Rafael Ruiz Morales, quien, en ese entonces, junto a la corriente política de Pablo Salazar Mendiguchía, buscaba sacar por primera vez al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del ayuntamiento comiteco.
El triunfo de la “Alianza por Comitán” el 10 de octubre de 2001 llevó a Eduardo Ramírez a su primer cargo de elección como síndico municipal dentro del primer gobierno de alternancia en ese municipio, para después asumir como presidente municipal interino tras la licencia solicitada por Rafael Ruiz… Sin embargo, no fue la única vez que gobernó su municipio de origen.
En 2007 regresó, pero ahora como candidato a presidente municipal en la “Coalición por el Bien de Comitán”, integrada por el PRD, PT y Convergencia, consiguiendo más de 16 mil 800 sufragios y el 43.5 por ciento de las votaciones. De esta forma, se desempeñó como presidente municipal constitucional de 2008 a 2010, tejiendo desde ese espacio nuevas alianzas políticas para el futuro próximo.
En 2012, luego de trabajar en el proyecto de Partido Verde Ecologista por la gubernatura de Chiapas, Eduardo contendió por una diputación federal que ganó ese año con más de 71 mil 800 votos. Así, se desempeñó como diputado hasta el año 2013 cuando fue invitado por Manuel Velasco Coello a ocupar el cargo de Secretario General de Gobierno, en donde su figura dentro de la política local comenzó a cobrar mayor relevancia.
Desde el segundo puesto más importante del gobierno estatal Ramírez Aguilar se encargó de alimentar y fortalecer a las principales estructuras políticas del Partido Verde y el gobierno en turno. Pronto se convirtió en una de las figuras más notables del sexenio y un inevitable candidato natural a la sucesión en Chiapas.
El comiteco tenía claro el objetivo y la ruta que debía seguir. Para ello decidió dejar la Secretaría General de Gobierno y convertirse en legislador local tras las elecciones de 2015. Desde ahí, se desempeñó como presidente del Congreso y comenzó a afinar detalles para su inminente candidatura estatal. Sabía desde entonces que tenía el mayor capital electoral para imponerse en la definición de candidaturas de 2018. Sin embargo, los acuerdos de las cúpulas nacionales terminaron desplazándolo.
A final, la alianza entre el PRI y el Partido Verde en Chiapas concluyó fracturada. En el nudo de resistencias y acuerdos políticos Eduardo terminó asumiendo la candidatura de Morena al Senado, comprometiendo su fuerza electoral a la candidatura presidencial de López Obrador. Ese año, histórico para Morena, Ramírez Aguilar consiguió el 42.8 por ciento de las votaciones y casi un millón de votos que le dieron la curul en la cámara alta.
Desde el Senado de la República no claudicó en sus objetivos. Por el contrario, trabajó desde el inicio en el fortalecimiento de sus estructuras políticas y electorales. Finalmente, había determinado que la candidatura negada en 2018 sólo era un aplazamiento de seis años para su mayor proyecto político. Y así se preparó para el filtro más complicado: el proceso interno de Morena rumbo al 2024.
Pero el camino a los comicios de este año no fue nada sencillo. A Ramírez le tocó enfrentarse a resistencias de compañeros y aliados pasados que intentaron contralar nuevamente sus aspiraciones. No quedó de otra que hacer nuevas alianzas con figuras nacionales de las cupulas morenistas y seguir trabajando en la construcción de la mayor red electoral dentro de Chiapas.
De frente no sólo tenía al aparente candidato natural del presidente (Zoé Robledo), sino también a un Manuel Velasco dispuesto a imponer a sus obedientes alfiles y sus condiciones en Chiapas; además de la resistencia de un gobierno estatal que intentó sacarlo de la jugada por todas las vías posibles. Y es que, Eduardo Ramírez sabía perfectamente que su verdadera contienda por la gubernatura estaba justo en la definición nacional de las candidaturas morenistas.
Tras algunas declinaciones y cambios en el tablero, la noche del 10 y madrugada del 11 de noviembre de 2023 fueron largas. La definición de candidaturas para Chiapas en la Ciudad de México se aplazó más de lo esperado. El derroche de recursos públicos y los acuerdos políticos entre figuras como Rutilio Escandón y Manuel Velasco para impedir la candidatura de Eduardo complicaron las cosas. Sin embargo, en una apretada decisión final la responsabilidad de la candidatura morenista terminó en manos del comiteco.
Así transcurrieron los tiempos de registro y campañas electorales con altos compromisos para la aportación de votos al proyecto nacional, que terminaron rebasados. Y es que, si bien se había presupuestado el triunfo contundente de Eduardo el 2 de junio, los resultados de los cómputos distritales fueron mucho más allá de las expectativas. El comiteco no sólo se impuso por los votos esperados, sino que además alcanzó la mayor votación obtenida por un candidato al gobierno de Chiapas en la historia de estos ejercicios democráticos.
El récord de votación estatal lo había logrado en 2012 Manuel Velasco Coello con un millón 343 mil 979 votos, seguido de Rutilio Escandón con 987 mil 644 votos y Juan Sabines Guerrero 544 mil 515 votos. Y es que, Eduardo consiguió ese día, con su millón 866 mil sufragios, incluso 100 mil votos más que la candidata presidencial en Chiapas.
Así, Ramírez Aguilar llegará este fin de semana a su cita con el destino, para enfrentar el mayor reto de su carrera política. Sobre todo, con una entidad que hereda en las peores condiciones de inseguridad y violencia, tras un sexenio que se va con más de 8 mil 300 muertes violentas acumuladas, casi 3 mil homicidios dolosos y decenas de miles de desplazados; además de innumerables desaparecidos y ejecutados por la violencia criminal.
Rutilio Escandón deja a Eduardo una entidad en plena combustión, con conflictos activos en municipios como Pantelhó, Chenalhó, Chalchihuitán, Tila y Oxchuc, entre otros. Sumados a un escenario de constantes enfrentamientos armados, generados por el avance y la disputa de grupos criminales que han llenado de violencia, muerte y temor a prácticamente todos los puntos de la entidad. Sin perder de vista, por supuesto, los señalamientos sobre el presunto uso irregular de recursos públicos dentro de rubros tan importantes como la salud.
Y es que, más allá de los festejos políticos, Eduardo Ramírez llega a la gubernatura de Chiapas como la esperanza de un cambio real, para un pueblo que anhela la paz, más allá de cualquier otra promesa de gobierno. Ese será su mayor reto: pacificar Chiapas… Y ya luego abrir paso a posibles tiempos de desarrollo social y prosperidad económica para una entidad que, sin lugar a dudas, ha sido muy lastimada y ha esperado demasiado.
Tras más de 20 años de construir un proyecto, aplazamientos forzados, resistencias poderosas y con la pérdida de algunos de sus más cercanos colaboradores en el camino, Eduardo Ramírez Aguilar tomará protesta este domingo como el gobernador número 112 de Chiapas, pero también como la posibilidad de un mejor futuro para Chiapas y todos sus habitantes… así las cosas.