El retorno de las fiestas patrias a Chiapas
Luego de tres años en que varios municipios de Chiapas tuvieron que suspender las ceremonias del “Grito de Independencia” por la narcoviolencia desatada en la entidad, este lunes finalmente los eventos oficiales pudieron realizarse en prácticamente todos los municipios de la entidad, sin mayor novedad.
Se trata de un hecho que dice mucho más que los discursos oficiales y que, en honor a la verdad, también revela un nuevo contexto para familias de municipios que se habían mantenido entre el terror y la amenaza permanente del crimen organizado.
Apenas el año pasado fueron 12 los ayuntamientos de Chiapas en los que las ceremonias oficiales tuvieron que suspenderse por la violencia. Frontera Comalapa, Chicomuselo, La Grandeza, Bellavista, Siltepec, El Porvenir, Motozintla, Bejucal de Ocampo, Mazapa de Madero, Amatenango de la Frontera, Pantelhó y Altamirano, decidieron restringir o cancelar los eventos ante los elevados riesgos.
Y no era para menos. Durante el primer semestre de 2024 Chiapas acumulaba más de 56 eventos violentos de alto impacto criminal, entre ejecuciones, secuestros, enfrentamientos armados y reclutamientos forzados, según registros de la organización Data Cívica. La entidad sólo se ubicaba por debajo de Guerrero entre los estados de la república violentos del año.
Y es que, el 19 de julio de ese mismo año un ataque con drones habría provocado la muerte de varias personas y el desplazamiento de muchas más en Frontera Comalapa. Sin olvidar el asesinato de cinco candidatos a puestos de elección popular, y que un año antes (en 2023) el hijo del presidente municipal de Villaflores había sido asesinado en pleno palacio municipal tras la ceremonia oficial del grito de independencia.
Para las fiestas patrias del año pasado la entidad chiapaneca ya sumaba más de 20 mil desplazados internos y más de 600 personas en estatus de desaparición forzada, según cálculos extraoficiales de organizaciones no gubernamentales. Agregando secuestros carreteros, ocho menores de edad asesinados y enfrentamientos armados en la plena capital chiapaneca, con lamentables víctimas fatales.
Simplemente no existían garantías para ceremonias públicas masivas en buena parte de la entidad. Incluso, durante la última ceremonia de Rutilio Escandón Cadenas los gritos de “queremos paz” se escucharon entre los asistentes y el sonido ambiental de la trasmisión en vivo. Todo, pese a que el acarreo y los filtros de seguridad habían intentado evitar cualquier protesta referente durante el acto oficial.
Por eso el contexto distinto de lo ocurrido este lunes 15 de septiembre en Chiapas tiene su relevancia y significado particular. Sobre todo, para municipios donde las celebraciones parecen haber comenzado a recobrarse lejos ya del terror que genera la violencia desatada por el crimen organizado.
Se trata pues de una buena señal rumbo a la pacificación del convulso Chiapas, pero también de un hecho que debe asumirse como mayor compromiso para las autoridades locales a fin de hacer que esta nueva realidad sea permanente y no un escenario de engañosa paz temporal para las y los chiapanecos que tanto han padecido de malos gobiernos recientes… así las cosas.