Enfermeras y enfermeros: «angeles» entre nosotros

Desde hace 86 años, el 6 de enero es dedicado a quienes que por su esmero y cuidados facilitan la recuperación y mejoran la calidad de vida de miles de personas

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]C[/dropcap]on más de 30 años de experiencia, Elizabeth Caballero, enfermera de profesión, ha visto como miles de niños y niñas abren los ojos y sienten el primer soplo de vida; ha experimentado los sentimientos que conllevan a la vida y la muerte de un ser humano, y a pesar de los sinsabores de esta labor, afirma que es la mejor lección que la suerte pudo darle.
Desde pequeña soñaba con ser una gran ejecutiva, vestir trajes sastres y administrar un banco, pero el poco capital económico de sus padres le impidió continuar con aquel sueño.
Sin embargo, la vida le tenía preparado un mejor futuro lejos de los bancos, en donde no tiene que administrar las finanzas de socios ni mucho menos pasar largas horas frente a una computadora. Se ha convertido en una heroína, amiga y madre de muchos niños y niñas en etapa terminal, lleva más de 11 años laborando en el Hospital de Especialidades Pediátricas del Estado y asegura que es ahí en donde ha tenido las mejores experiencias de su vida.
Desde 1986 se ha dedicado a la enfermería y actualmente es reconocida por su empeño y gran pasión; ha trabajado en la mayor parte de los centros de salud del estado, tiene una especialidad en enfermería quirúrgica y también una corta experiencia en la docencia.
Orgullosa, este 6 de enero celebra el Día de la Enfermera y el Enfermero, que se instituyó hace 86 años para reconocer la dedicación y empeño con que llevan a cabo su labor para cuidar y salvar la vida de millones de mexicanos.

Regalo de Reyes

Solo en México, cada 6 de enero se celebra el Día de la Enfermera y el Enfermero el cual fue instituido en 1931 por el doctor José Villagrana, quien fuera director del Hospital Juárez en la Ciudad de México y expresara que la presencia de estos profesionales es un regalo de Día de Reyes para las personas enfermas.
Para Elizabeth Caballero lo más importante siempre ha sido tratar con cariño y respeto a los pacientes, ganarse su confianza y sobre todo, ser específicos en los objetivos que se quieren alcanzar.
Aunque tratar con menores con problemas renales y cáncer implica cargar con emociones encontradas, Elizabeth siempre recuerda la satisfacción de ver a un niño ser dado de alto y desecha las frustraciones que surgen cuando una cirugía no sale bien.
«Nuestro trabajo es recibir tanto al niño que nace como apoyar al niño que se va de este mundo, ver los nacimientos y acompañar a la madre en ese momento tan importante es la mejor satisfacción que me da la enfermería», comenta con una sonrisa en el rostro.
Además, recuerda el discurso de una madre ante el lecho de muerte de uno de sus pacientes, lo que marcó su vida ya que aún tiene grabadas aquellas palabras: «La transición del nacimiento y la muerte es adverso, mientras el niño al nacer llora, quienes lo rodeamos reímos felices porque sabemos que ha nacido con vida pero en el momento en el que un niño muere todos lloramos, nos duele su partida pero el niño ríe feliz sabiendo que su sufrimiento ha terminado».
Estos «Ángeles Blancos» ─como también se llama a las y los enfermeros─ se encargan de vigilar y acompañar en los momentos de debilidad a los enfermos, facilitar su recuperación y mejorar su calidad de vida.

Carrera desvirtuada

Con sus años de experiencia, Elizabeth admite con tristeza que la enfermería se ha desvirtuado, todo parece indicar que el auge y las oportunidades que la misma carrera ha adquirido lleva a las y los jóvenes a estudiarla sin tener verdadera vocación, lo que, afirma trae consecuencias drásticas, pues con el paso de los años son los mismos jóvenes quienes se topan con la triste realidad y terminan sintiéndose solos y desanimados ejerciendo un oficio que no disfrutan.
Elizabeth, también tiene una corta experiencia en la docencia, gracias a sus años de dedicación, fue invitada a ser docente en una reconocida escuela del estado, en donde vio pasar tres generaciones.
Desafortunadamente, fue ahí en donde comprobó que los jóvenes creen que conseguirán el salario de sus sueños dentro de esta profesión, ilusión que considera errónea, puesto que la enfermería es una carrera que exige tiempo y dedicación.
«Para una enfermera existe la hora de entrada pero no una hora de salida, si bien podemos entrar a las 5 de la mañana y salir a las 11 de la noche, como podemos pasar más de 24 horas dentro del hospital».
El tiempo parece corto para una enfermera, esposa y madre de tres hijos, no obstante asegura que esta es como cualquier profesión y quien no tiene verdadero amor por el oficio, no lo disfrutará: «si es tu vocación, sabrás dividir tu día y sacar lo máximo de ambos papeles: el de enfermera y madre de familia».

No es exclusiva de mujeres

Al decir la palabra enfermería, muchos piensan de inmediato en una mujer y aunque reportes oficiales indican que ocho de cada 10 personas dedicadas al oficio en el país son mujeres, la cantidad de hombres que se interesan por esta labor es cada vez más numerosa.
Una carrera caracterizada por su sentido de responsabilidad y humanismo, y en la que de acuerdo con Elizabeth Caballero es indispensable aplicar una regla de oro: «hacerle a los demás lo que quieres que te hagan, hacerlo por nuestros padres, hijos y por uno mismo, nadie está exento a no enfermarse y tener presente que la vida te devuelve lo que das».
Esta labor no debe tomarse a la ligera, en manos de quien la ejerce está la salud de miles de personas, por esa razón exige estar en constante capacitación y actualización, además de conocer las patologías y adelantos de la medicina para el buen desempeño de la profesión.

FRASE
«Para una enfermera existe la hora de entrada pero no una hora de salida, si bien podemos entrar a las 5 de la mañana y salir a las 11 de la noche, como podemos pasar más de 24 horas dentro del hospital» Elizabeth Caballero

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