En Toniná y San Cristóbal, el Consejo de Espiritualidad lideró ceremonias con ofrendas, danzas e invocaciones en maya, reivindicando un legado que aún guía el presente.
Noé Juan Farrera Garzón / Aquínoticias
Bajo el cielo del equinoccio de primavera, Herbert Castellanos Ramírez y el Consejo de Espiritualidad de Chiapas lideraron rituales mayas en la zona arqueológica de Toniná y las calles de San Cristóbal de Las Casas, reavivando prácticas sagradas que buscan restaurar el equilibrio entre la humanidad y el cosmos. Con ofrendas de maíz, cacao y copal, así como invocaciones en lengua maya, los participantes honraron a los 20 nahuales y los 22 niveles del tiempo que rigen la cosmovisión ancestral.
Frente a las pirámides de Toniná –donde el juego de luces y sombras revela la precisión astronómica de esta civilización–, y en plazas públicas de San Cristóbal, los guardianes del conocimiento (Ajq’ij) guiaron meditaciones y encendieron fuegos ceremoniales. «Estos rituales no son folklore; son herramientas para resolver conflictos actuales desde la sabiduría indígena», explicó Castellanos, destacando cómo estas prácticas, silenciadas durante la colonización, hoy emergen como puente entre generaciones.
El evento reunió a comunidades tseltales, tsotsiles y mestizas, demostrando que la espiritualidad maya trasciende etnias. Entre plegarias por la armonía social y danzas al ritmo de caracoles, el mensaje fue claro: Chiapas custodia un legado vivo que, lejos de ser reliquia del pasado, ofrece respuestas para construir un futuro más equilibrado.
Con información de Primer Plano Magazine


