En marzo se cumplió un año que se cerraron las escuelas, y este 15 de mayo por segundo año, las y los docentes celebrarán su día en casa
Liz Leyte / Sandra de los Santos
A más de un año de las clases en línea y a propósito de que este 15 de mayo se celebra el día del maestro y la maestra, platicamos con docentes de diferentes niveles educativos para saber cómo se sienten, qué han aprendido y cuestionarlos también si desean regresar a las clases presenciales.
Encuestamos a una decena de profesores, y todos coincidieron en que las clases en línea les han significado mayor trabajo administrativo y tener que prepararse más en el uso de la tecnología. A excepción de un docente que con toda honestidad dijo que prefiere seguir impartiendo cátedras a distancia porque esto le permite estar cerca de su familia, todos los demás dijeron que extrañan su trabajo presencial.
Las y los profesores han tenido que hacer uso de diferentes herramientas tecnológicas, pero también de su creatividad para enfrentarse a este nuevo proceso de enseñanza-aprendizaje. Las y los trabajadores de la educación coincidieron en que a estas alturas se encuentran cansados del modelo, que en más de una ocasión se han sentido frustrados y hasta que el estrés les ha ocasionado problemas de salud.
Compartimos con ustedes lo que tres de esta decena de docentes nos comentaron.
El cambio de la rutina
Rachel García es una maestra que da clases a niños, niñas y adolescentes en una escuela privada al poniente de Tuxtla Gutiérrez, su rutina antes de la pandemia, era levantarse todos los días a las 6:00 de la mañana para poder estar en su centro de trabajo a las 7:00, realizar sus actividades dentro de la institución y generalmente después de las 3:00 de la tarde iniciaba con sus actividades personales.
Sin embargo, después del anuncio de las autoridades educativas sobre quedarse en casa y comenzar las clases en línea, su jornada laboral se duplicó, pues ahora, además de dar clases a distancia, tenía que lidiar con nuevas formas de enseñanza a través de plataformas digitales y el uso de la tecnología, y debía atender de manera personal (a distancia), a cada uno de sus alumnos y alumnas que así lo solicitaran.
Con estas nuevas asignaciones extra, no tenía mucho tiempo para dedicarse a sus actividades personales, pues Rachel García es atleta y una parte de su día lo utiliza para entrenar y hacer ejercicio. Con ello, comenzó el estrés, la ansiedad y la frustración de dedicar tanto tiempo a su trabajo y poco para su recreación.
Y aunque conforme pasaron los meses se fue adaptando y también las horarios y carga laboral comenzaron a reducir, Rachel mencionó que fueron meses desafiantes, pues, además, la población en general sentía mucha angustia por la situación que se estaba presentando a nivel mundial.
Por ello, Rachel decidió capacitarse en temas emocionales, tomando cursos de tanatología y manejo de emociones, y esta decisión fue principalmente por el estrés al que estaba sometida y a situaciones personales que se fueron agravando a raíz de la pandemia.
Sin embargo, esta joven maestra, detalló que este difícil proceso fue peor para algunos de sus compañeros, quienes estaban menos familiarizados con las plataformas digitales y les era muy complicado continuar dando clases con este nuevo mecanismo.
Hoy, a unos días de regresar a las clases presenciales y tras un año desafiante y de nuevos retos, Rachel se siente emocionada de volver a su centro de trabajo, de ver a sus compañeros y compañeras, pero, sobre todo, de compartir nuevos momentos con sus alumnas y alumnos.
Por ello recuerda una frase que le hace recordar el amor con el que desde hace años ha desempeñado su trabajo. «Si mis alumnos salen de clases con nuevos conocimientos, he logrado mi trabajo, pero si i mis alumnos salen de clases sintiéndose amados y aceptados por lo que ellos son; he logrado mi meta», concluyó.
Las aplicaciones educativas
Patricia Rodas es una docente joven de 28 años de edad, que imparte clases en Chiapa de Corzo, un municipio de la zona metropolitana de Chiapas. Con la educación a distancia descubrió que había un mundo de aplicaciones que podía utilizar para su trabajo.
Edmodo, classroom, canva, prezi, photopea, bumblee, quizziz, kahoot, mindmeister, socrative, creately, geogle florm, lucidchart, soryboardthah son algunas de las aplicaciones que Paty empezó a usar para su trabajo, además, de las redes sociales en línea.
Pero, hasta ahora no ha encontrado una aplicación que le permita abrazar a sus estudiantes. «Lo que más extraño es abrazar a mis niños, el contacto con ellos, el poder saludarlos, abrazarlos al llegar al salón».
La carga administrativa con las clases en línea para esta docente incrementó. «En ocasiones es inevitable el sentirse agotada y estresada por toda la carga de trabajo que implica preparar y adecuar las clases para que los niños y jóvenes puedan aprender de la mejor manera en esta nueva modalidad, pero al estar en clase con ellos es satisfactorio el ver que aprendieron, que se generan dudas dudas durante la clase, el ver que al entrar a la sala te saludan con entusiasmo y que los padres de familia también te felicitan por el trabajo que realizas. Siento que todo el desvelo, sacrificar horas en familia, estrés y cansancio vale la pena».
Lidiar con la frustración
Mauricio Paz Camacho tiene 50 años de edad, gran parte de su vida professional se ha dedicado a la docencia en el nivel superior. Jamás pensó que por necesidad tendría que dar clases en línea.
Lo que más ha aprendido en este último año es a lidiar con la frustración de sus estudiantes, tratar de conocerlos sin el contacto físico e intentar ser más creativo.
La material que imparte es fotografía, así que se las ha tenido que ingeniar para que desde su casa, en donde no cuenta con el espacio adecuado, pueda adaptar el sitio para imparter sus catedras.
Después de un año de estar trabajando a distancia confiesa que ya se encuentra cansado, que a diferencia de lo que muchas personas piensan este modelo de aprendizaje ha significado para muchos el triple de labor.