Exiliados por el odio en sus paises, gays y trans llegan a Chiapas

«En nuestros países una persona transexual no vive más de 35 años», dice Patricia, migrante en busca de mejores condiciones de vida

La Silla Rota

[dropcap]»[/dropcap]Yo ya a los 5 años sabía quién era. Mi transición empezó autónomamente», describe sobre sí misma Patricia, una chica transexual salvadoreña que cruzó la frontera sur de México en busca de una vida más digna.
«En el Salvador los hospitales no atienden a las personas transexuales… he visto tanto odio en mi país hacia las personas transexuales», continúa la mujer de ojos luminosos.
Ella, quien desde hace 30 años ya no es «él», cruza el río Suchiate, que divide México y Guatemala, sobre una improvisada lancha compuesta por neumáticos y madera.
Aquí, de un lado a otro del río se ven pasar cajas de alimentos, bicicletas, y personas sobre estas balsas. Un hormigueo de comercio informal controlado en parte por los balseros que cobran del lado mexicano al guatemalteco 30 pesos por la travesía de unos minutos, o 10 quetzales.
Una fotografía bien diferente al muro fronterizo del norte, que divide México de EEUU, donde las tecnologías de seguridad van de las tradicionales rejas hasta los más innovadores drones y sensores. La frontera sur está dominada por la salvaje naturaleza, por ríos, montañas, libre de grandes carreteras.
Patricia se convirtió en activista en El Salvador. Desde su trinchera intentó defender los derechos de la comunidad, pero el intento se quedó allá. «Empecé a luchar en contra de esos crímenes de odio hacia las personas transexuales, pero es demasiada la violencia», dice.

Busca llegar a Tijuana y luego a Canadá

«Había mucha violencia por los pandilleros, así que decidí irme con mi pareja. Hay tantos casos de mujeres transexuales asesinadas, a veces sólo por ser lindas. Ser trans en el Salvador es ser un objeto sexual».
Esta frontera lejana a Norteamérica juega un papel clave en la dinámica migratoria de los Estados Unidos. El movimiento centroamericano hacia Estados Unidos continúa creciendo año tras año. A los miles de mexicanos que cruzan la frontera norte se añaden un número similar de habitantes de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras que deciden dejar su tierra con la idea de cruzar el vasto México para llegar a los EE.UU., pero son cada vez más las personas que buscan refugio en México. Sigue creciendo el número de poblaciones que escapan de la pandemia de violencia que las pandillas están sembrando en estos países. Las guerras civiles en los países centroamericanos ya terminaron, pero no terminó la violencia.
Los responsables del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova destacan el aumento de las personas migrantes gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI): «En Centroamérica una persona transexual no vive más de 35 años», dice Patricia.
Las cifras más recientes muestran un número importante de centroamericanos que cruzan la frontera como indocumentados: sólo de octubre a agosto 2016 se calcula que fueron alrededor de 103 mil personas según el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. Mientras el último informe de Amnistía Internacional comenta que casi el 90 por ciento de estos migrantes abandonan su país natal debido a amenazas de muerte.

Los proyectos de cooperación internacional

La Comunidad Europea empieza a prestar atención a este espacio de América donde la migración aumenta por la violencia no sólo por preferencias sexuales, sino también por otros tipos de discriminación.
A partir de este año, Arfe, la Asociación de Regiones Fronterizas, junto con Aexcid, la Agencia Española Extremeña de Cooperación, desarrolló un proyecto de cooperación entre los tres países vecinos.
Organizó un Foro Internacional en Tapachula en colaboración con la academia -El colegio de la Frontera Sur, Ecosur- algunas organizaciones de la sociedad civil y la participación de gobiernos estatales, para poder conectar a diferentes pobladores y conocer el abanico de problemáticas al cual se enfrentan estos países, y sus interacciones a nivel de cooperación transfronteriza.
Para mayo del próximo año se tiene previsto un nuevo encuentro, pero esta vez en Guatemala.
Otro proyecto que trabaja en conjunto con este último es el proyecto del Fondo para los Municipios transfronterizos, financiado por Aemexcid con GIZ, la cooperación alemana. Un proyecto que prevé involucrar los 23 municipios transfronterizos mexicanos en la mejora sus políticas públicas, así como su capacidad institucional en temas de derechos humanos.
«Las personas que migran son más vulnerables, siempre por el simple hecho de haber migrado. Pero hay grupos aún más precarizados como los y las niñas, las mujeres, y en últimos tiempos las personas de la comunidad LGBTTI», señala Arfe.

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