Fallece la periodista y defensora de los DDHH, Concepcin Villafuerte

Fue directora de la Foja Coleta,  del periódico El Tiempo y el Diario Hoy en San Cristóbal de las Casas

Sandra de los Santos / Aquínoticias

La periodista Concepción Villafuerte Blanco falleció este 01 de mayo en San Cristóbal de la Casas, después de que el 30 de abril por la noche sufrió un preinfarto según informaron sus familiares.

La directora de La Foja  seguía ejerciendo el oficio periodístico a sus 76 años de edad. Apenas el pasado 27 de abril presentó una denuncia ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos por la agresión que sufriera por parte de la policía municipal en el conflicto de desalojo de empleados, y suspensión del rastro local mientras cubría la información.

El 07 de abril hizo una reseña sobre su asistencia a la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional:

Eso que hace el presidente es:

UN TERRIBLE DESPRECIO A LA PRENSA

Fueron CINCO horas; una esperando en la calle, otra en un pasillo, antes de entrar al salón y tres horas escuchando a un hombre que habla y habla sin sentido porque parece que está desvariando; le preguntan sobre un tema y responde lo contrario, cita pasajes de la historia como si estuviera narrando cuentos imaginarios, habla tan lento que desespera escucharlo, quizá lo hace para acortar el tiempo.

Mientras él habla, los periodistas que llegan a la mañanera están con sus celulares, computadoras o tabletas enviando mensajes, nadie le pone atención; todo es un teatro, la mayoría sabe que no le van a dar la palabra y ni hacen la intención de pedirla.

Según las instrucciones ninguno de los periodistas puede interrumpir, aunque ahí varios lo hicieron porque no le dio la palabra a nadie, a la única que dijo le respondería una pregunta del día anterior, si le dieron el micrófono pero no le respondió, dijo muchas historias pero no la respuesta a la periodista.

Tardó una hora más de lo acostumbrado, ya que siempre termina a las nueve, ayer terminó tres minutos antes de las diez.

Adentro del salón nadie puede hablar, ni pararse y después de tres horas sentada en una silla incómoda, es terriblemente cansado.

Concepción Villafuerte junto con su esposo Amado Avedaño y sus hijos editaron el periódico El Tiempo, que era el principal medio por el que se difundían los comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

La comunicadora fue conocida por dar voz a los pueblos indígenas desde los años 60´y ser una voz crítica hasta el último momento de su vida.

El periódico La Jornada publicó  en el 2003 el siguiente texto, donde ella misma habla de su formación, del acoso callejero que sufría de joven, su vida como madre y periodista, de los atentados que sufrieron en su propia casa y de la forma en que era invisibilizada en su trabajo periodístico.

Mi nombre es Concepción Villafuerte y mi madre me regaló su nombre, Esperanza Blanco. Ella me contó su historia. Nació en el año uno del siglo veinte y yo nací 45 años después, al terminar la segunda guerra mundial. Las leyes de Reforma llegaron a Chiapas con un siglo de retraso, la iglesia católica tenía el monopolio de los registros de nacimiento, por eso al bautizarme me pusieron María, de tal suerte que me llamo María Concepción Esperanza Villafuerte Blanco.

Cuando por curiosidad le pregunté a mi madre por qué me puso ese nombre. Ella me contó una historia. Durante la guerra cristera el gobierno del general Calles fabricó a una mártir para inculparla de un crimen que el mismo gobierno cometió: la señora Concepción Acevedo de la Llata, conocida como la madre Conchita. Después de haber purgado su condena en las Islas Marías, recorrió el país contando su historia. Un día llegó a San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, lugar donde yo nací, donde nació mi madre, mis abuelas, bisabuelas y tatarabuelas. (Soy auténtica coleta, así les dicen a los nativos de esta ciudad). Mi madre se conmovió tanto con el relato que cuando nací me puso ese nombre.

Vivo en la ciudad que fundaron los españoles y sus indios aliados en 1528. Los conquistadores trazaron la ciudad y a los indios les destinaron los barrios que la rodean. Aquí se comercializaban los productos que los peones acasillados transportaban a lomo de mula o de indio y que provenían de las haciendas. En cada casa había una mujer empresaria que se encargaba de administrarlos. La única libertad para las mujeres era acudir a misa los domingos y fiestas de guardar. Los demás días trabajaban dentro de sus casas.

Había sirvientas y criadas. Las criadas eran sirvientas-esclavas. Niñas que a cambio de un dinero eran entregadas de por vida a los ricos. Todavía la servidumbre doméstica es mayoritaria-mente indígena.

El texto completo se puede consultar en: Archivo La Jornada

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