La firma de contratos y otros procesos entre ausentes no es una práctica nueva, pero parece ser desconocida por muchos mexicanos y mexicanas
Lucero Natarén / Aquínoticias
En plena era digital, pese a que las firmas electrónicas son seguras y confiables, las personas y empresas parecen desaprovechar su potencial, aun cuando dentro de sus ventajas se encuentra que no suelen ser falsificables, contrario a lo que ocurre con los documentos firmados en papel.
Aunque la forma tradicional de expresar el consentimiento se asocie al papel y a la tinta, la voluntad se puede manifestar verbalmente, por escrito, por medios electrónicos, ópticos o por cualquier otra tecnología (…), de acuerdo al Artículo 1803 del Código Civil Federal.
Lo anterior indica que las soluciones tecnológicas son válidas para expresar el consentimiento en un acuerdo o un contrato. Las firmas electrónicas ofrecen mayor practicidad, ahorro, movilidad y, en el panorama de Salud actual, seguridad sanitaria.
Aunque existen firmas electrónicas avanzadas, las simples pueden bastar para celebrar contratos de prestaciones de servicios, de compra, trabajo, de arrendamiento, entre otros. Además, pueden ser utilizados para notificaciones comerciales, corporativas, clínicas, aprobación de presupuestos, notificaciones en cambio de términos y condiciones de uso, incluso decisiones judiciales.
Existen herramientas para la creación de firmas digitales como SmallPDF, un servicio gratuito e intuitivo.
Cabe resaltar que en todos los países que permiten el uso de la firma electrónica, en el que se incluye México, reconocen en esta la función de identificar personas, confirmar la participación en un contrato, asociar el contenido de un contrato a su firmante, probar consentimiento de las reglas de un contrato, y, por supuesto, probar que el firmante estuvo en un lugar en particular y en un tiempo determinado.
En resumen, la firma electrónica, incluso la simple, tiene validez jurídica en cualquier transacción comercial y empresarial.