Cinismo
El término “cínico” proviene del griego antiguo. Surge en el Siglo IV antes de nuestra era y sus primeros representantes fueron los filósofos Antístenes y Diógenes de Sinope. La etimología de la palabra se asocia a la palabra kyon, es decir, perro y hacía referencia a un modo relajado de vivir, sin ataduras ni necesidad de posesiones. Es una suerte de fase previa del estoicismo de Séneca.
Con el tiempo. el término “cínico”, o el cinismo en si, comenzaron a asociarse a actitudes descaradas, burlonas o sarcásticas. Un cínico es alguien que abiertamente abusa o toma ventaja en una situación y no tiene pudor en reconocerlo ni tampoco en ser descubierto. La Real Academia de la Lengua lo define como “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”.
Alguna ocasión escuché de un ex gobernador de Chiapas expresar “Quien quiera ser santo que no se meta a político” y puedo entenderlo. No soy ingenuo -aunque tampoco cínico- y entiendo que en política se trata, y esta es frase mía, de actuar con la máxima flexibilidad en la gestión y con el mayor rigor en la ejecución pero estoy también convencido que aún en esta escena política, tan de suyo “cínica”, no todos los perros son “de la misma raza”. Los hay simplones, los hay bravos, los hay algunos otros inteligentes o disciplinados. Los hay también otros que aunque de talla menor -diríase insignificante- son francamente indescriptibles y los adjetivos que refiere el diccionario no bastan para describirlos. Argumento:
Recientemente, el Partido Verde anunció que el señor Manuel Velasco, otrora gobernador-otrora gobernador de Chiapas (la repetición aquí no es errata. Es más bien una muestra más de su infinito cinismo). Decía, el señor Velasco se sube al tren y se auto postula como aspirante a la presidencia. Vaya alcances. Escribir en esta columna semanal respecto de la corrupción del autollamado partido verde es cosa que he hecho en numerosas ocasiones. Hablar del señor Velasco como un desvergonzado es pleonasmo: su irrupción en la política local hace 23 años, cuando llegó a Chiapas con el claro objetivo de alcanzar la gubernatura, y rodeado de potentes padrinos políticos.
Cómo olvidar que incluso se reformó la constitución a modo para que pudiera convertirse en senador a los 26 años.
Cómo olvidar las planas enteras en todos los diarios locales de Chiapas. Invariablemente boletines para difundir las anodinas intervenciones del llamado “wero” en tribuna. Descarado ejercicio de posicionamiento propagandístico.
Cómo olvidar su llamada con “Alito”, donde le dice que “lo quiere ayudar”.
O cómo olvidar los mil millones de pesos que al final de su sexenio se retiraron en efectivo vía contratos fantasma y facturación apócrifa para fines de color verde obscuro.
Ni qué decir del pragmatismo-oportunista-mercenario que ha llevado a su partido a aliarse indistintamente con el PRI, con el PAN, con el PRD o ahora con Morena, siempre a costos altísimos para los otros aliados y siempre puestos para la foto ganadora. El peor ejercicio de descaro político: la compra del voto como práctica ordinaria para “ganar elecciones”. Un depredador.
Anunciada su aspiración por “la de arriba”, tendrán el Verde y Velasco espacio para “agarrar abajo”. No se quedará con la candidatura presidencial pero podrá negociar gubernaturas, senadurías, diputaciones y alcaldías desde las cuáles seguir haciendo negocios ad nauseam, con el peor y más prístino de los descaros. Lamentablemente a ojos del partido gobernante, los actores verdes no son solo convenientes sino hasta necesarios. Así se venden y así los compran. Asco.
Oximoronas 1. Renuncia Marcelo y obliga al resto a hacer lo mismo o aguantarse -cínicamente- la pena desde la “comodidad” del puesto público. Bien.
Oximoronas 2. Adicional a lo ya sabido, las victorias de Jiménez y Delfina, destaca el hecho de que no se reportaron hechos de violencia significativos y que tanto Guadiana como Del Moral reconocieron de inmediato la derrota. Destaca también el histórico y persistente abstencionismo. Es otra forma de cinismo autoinfligido.
Oximoronas 3. Una disculpa por la demora en la publicación de esta columna. Gracias a mis ocho lectores por preguntar. Aquí tienen.