Confesión culposa II
En el Galimatías anterior, me tomé la libertad de contar un algo de mi pasión-afición-obsesión por la lectura y el atesoramiento de libros. Referirme a esto, suele ser una trampa, porque podría ocupar docenas de columnas compartiendo párrafos, referencias y ocurrencias sobre el tema: un libro lleva a otro libro o un autor a otro autor en una espiral creciente y -muy posiblemente- infinita. Si lo permiten estimados, estimadas y estimades siete lectores, hoy imitaré a mi -otro- Maestro, don Luis Villoro y me daré el espacio para compartir un poco más sobre esta mi afición culposa.
Capítulo Uno. La sensación de adrenalina y nervios que puede experimentar una persona al acercarse la cita con la persona “especial” -eso que hoy llaman “crush”; aquello que se experimenta al acudir a esa premier cinematográfica tan esperada. Idéntico sucede al entrar a esas grandes librerías de la Ciudad de México o más intenso aún, recorriendo los inmensos pasillos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Falta la respiración o se acelera el pulso al sentir el vértigo de miles de títulos y no poder elegir a dónde mirar primero. Es una especie de euforia libresca difícil de explicar.
Por lo demás, solo hay algo más emocionante que entrar e recorrer esos benditos sitios: me refiero a la salida, con la mochila retacada de nuevos descubrimientos y el registro en foto y anotaciones, de todo aquello por lo que ni el bolsillo ni la espalda pudieron responder en ese momento pero que termino comprando en línea o registrando para una posterior visitalistaenmano.
Capítulo Dos. Atesorar libros trae de la mano un impulso subyacente. No hay mejor muestra de que un libro es extraordinario que el deseo de compartirlo como forma de compartir algo trascendental, algo que marca, algo que mueve el alma. Algo que provoca o enseña. Algo con significado para quien obsequia, y que asume dejará en quien recibe tal vez algún significado parecido.
A lo largo de mi vida he regalado libros en un sinfín de ocasiones, sea al regresar de algún viaje, sea con motivo de graduaciones o especialmente sea en cumpleaños o aniversarios o por el simple gusto de un reencuentro o por agradecimiento. Regalar un libro implica compartir algo especial, acaso como compartir un secreto y por tanto, un regalo como ese solo se hace con personas por algún motivo especiales o significativas, personas que -he dado por hecho no sin margen de error- que lo apreciarán y disfrutarán. Personas a quienes quiero honrar compartiéndoles eso que disfruté tanto leyendo.
Por lo demás, hay patrones en el regalo, años en los que he regalado el mismo libro a muchas personas; en otros casos, hay libros que son particularmente especiales y que se convierten en una especie de regalo recurrente. La última opción es visitar personalmente la librería -o en su defecto, cuando hay tiempo, visitar virtualmente la página de Gandhi o Amazon- y buscar entre las novedades algo atinado para el obsequio en cuestión.
Capítulo Tres. La experiencia de una lectura grata puede exponenciarse cuando dentro de una lectura tal, uno encuentra referencias a otro texto que ya pudo leer previamente y sin saber que el autor presente lo referiría. Es como sentir que el Tetris llena una hilera y aumenta los puntos. Se experimenta un instante de máxima satisfacción.
Capitulo Cuatro. Similar -aunque a la inversa- es la experiencia de ir al encuentro de un libro recomendado por alguien a quien respeto en su saber, un periodista, un escritor, un amigo que recomiendan leer tal o cual obra y como diría Javi Noble ¡pum! comprobar que la recomendación valía la pena.
Colofón. Comprar accidentalmente dos veces un mismo título, olvidando que ya lo compré y está esperando turno para leerse, no cuenta. El yerro se disculpa por la euforia de visitar la librería. Lo que si resulta estimulante es descubrir que las elecciones tienen raíz y los mismos títulos que llamaron mi atención una ocasión lo volvieron a hacer meses o años más tarde. Un animal de costumbres.
Oximoronas 1. El frente confirma a Xóchitl hoy domingo. El miércoles, Morena hará lo mismo con Claudia. Eso se supone, desde una lógica ortodoxa, aunque cualquier otra cosa también es posible. No olvidemos que todo estamos en una nueva era. Ante la duda recordar cómo se está resolviendo la sucesión en Chiapas, en donde el descarte del principal aspirante provocó que se desatara el caos y ahora abiertamente cualquier pelagatos se siente con derecho a levantar la mano para gobernar nuestro estado. Son tiempos de nuevos moldes en este primer pase de estafeta inter-morenos. Ojalá y también lo sean mejores.
Oximoronas 2. Siguiendo con el tema de los pretensos chiapanecos, lo planteó humildemente hace meses esta columna: no se trata de lemas pegajosos o fotos bien retocadas. Dos cuartillas de propuestas propias. Solo dos. Varios no pasarían el examen.