Galimatías / Ernesto Gómez Pananá

Tres historias

I. La ingeniera.

Zadday terminó en junio pasado la licenciatura en ingeniería eléctrica en el campus Cintalapa del Tecnológico Nacional de México, su carrera duró ocho semestres y durante ese tiempo rentó un cuartito cerca de su escuela. Los viernes, después de las clases viajaba a su casa en el ejido Morelos. Allá viven sus papás, campesinos, y sus hermanos menores, Romario en secundaria y Juanita y Jeremy en primaria.

Para inscribirse a su carrera, Zadday tuvo que imponerse a sus papás, quienes pensaban aue eso de estudiar una carrera y soñar con “ser ingeniero” no era cosa “para gente pobre” como ellos, pero ella no dejó de soñar, vendió tamales todos los viernes y sábados durante dos años, crió gallinas y entregó pan en localidades cercanas. A las pocas semanas de iniciar su carrera, supo de las becas Benito Juárez, pidió información en servicios escolares y pudo postularse. Gracias a su beca pagó su renta y se compró los libros y materiales que le pedían los maestros. También, antes de viajar a su casa, pasaba a la tienda para comprar galletas, café, cereal y a veces algunos dulces para sus hermanitos.

Cuando llegó la pandemia, el tecnológico mandó a todos sus estudiantes a casa y habilitó las clases en línea. Con lo que Zadday llevaba ahorrado de su beca, pudo comprarse una laptop con la que se conectó a internet en la casa de la cultura de su pueblo. Durante esos tres semestres dejó de pagar pasajes y rentas en Cintalapa. Cuando pasó la emergencia sanitaria y regresaron a clases presenciales, rentó de nuevo un lugar para vivir en Cintalapa, siguió echándole muchas ganas a las clases y viajando cada fin de semana a su casa. Por ahí de marzo empezó a escuchar que sus compañeros de grupo hablaban de la ceremonia de graduación, del traje que pensaban mandarse a hacer y de la comida-baile con sus familias. La futura ingeniera se mandó a hacer su vestido, compró mudas para sus papás y hermanos y pagó sus boletos para el festejo. Zadday es la primera mujer ingeniera originaria del ejido Morelos. Las niñas de la secundaria en su pueblo la miran con curiosidad y asombro. Ella les sonríe. En ocasiones las ayuda con sus tareas de matemáticas.

II. El taller

El CONALEP Ocosingo se ubica en el barrio Betania, en la salida hacia Toniná. Ahí casi cuatrocientos alumnos estudian su bachillerato con carrera técnica. Pueden elegir entre informática, enfermería, turismo, optometría o mecánica. Marichuy y Kevin, y el resto de los compañeros de su salón eligieron estudiar mecánica. Hace unos meses egresaron de sexto semestre.

Según la maestra Rubicely, la directora del plantel, durante los últimos años la deserción ha sido mucho menor y su matrícula se ha incrementado entre jovencitos de localidades alrededor de Ocosingo. Según explica, la beca que reciben los jóvenes facilita que las familias decidan mandar y mantener a sus hijos en la escuela, también les permite comprar los libros, los uniformes, los materiales del taller y su herramienta y a veces hasta guardar algo para una medicina o para alguna emergencia. Así le hizo Kevin, que ahorró el dinero de cuatro bimestres y juntó para comprarse su moto, y en sus ratos libres trabaja atendiendo mandados. Por su parte Marichuy sacó un refrigerador nuevo en abonos y empezó a preparar bolis aue lleva en una hielera para vender a la salida de su iglesia. La mecánica le gusta, pero también le atrae la idea de algún día poder poner su repostería.

La directora Rubicely hace un recuento de esta generación y sonriendo insiste: “Hoy los muchachos -y por supuesto sus papás- tienen muchas menos preocupaciones para estudiar. Nunca, nunca en los doce años que llevo como directora de plantel me había tocado que todos mis estudiantes tuvieran beca; ojalá nunca se acabe este programa”. Al fondo se alcanza a escuchar el ruido de una motocicleta, es Kevin llegando al plantel. Viene a recoger una constancia de egresado. Al rato viaja a Tuxtla a una entrevista de trabajo.

III. El uniforme de Messi.

Doña Amanda tuvo cuatro hijos, tres varones y una mujer. De uno en uno todos se han ido a trabajar a los Estados Unidos. La última en irse fue Clemencia, en el año 2020. Sus hermanos le pagaron al pollero y le consiguieron trabajo con su patrón. Un año después, su hijo mayor le llamó por teléfono para avisarle que Clemencia había enfermado de COVID. El sueño de ganar en dólares duró poco. Unas semana después Clemencia falleció. Doña Amanda quedó a cargo de Lupita Carolina y Ezequiel Moisés, sus nietos.

Ya va para cuatro años de la muerte de Clemencia. Sus nietos iniciaron un nuevo ciclo escolar hace dos semanas, Ezequiel en primer grado de primaria y Lupita en tercero de preescolar. Doña Amanda averiguó cómo podía cobrar la beca de sus nietos luego de que su hija murió. Hizo el trámite para acreditarse como abuela y con lo que recibe cada bimestre se ayuda para comprar las cosas que necesitan sus nietos: leche, zapatos. También compró las playeritas que les piden para llevar a la escuela.

El pasado mes de junio, Ezequiel cumplió seis años y apenas empieza a entender que su mamá no volverá de los Estados Unidos. Sueña con que un día vuelva por él y lo lleve a ver un partido de Messi. También que le compre un uniforme.

Como mis diecisiete lectores saben, amén de dedicar una parte de mis domingos a teclear pretendidas reflexiones multitemáticas, durante los últimos cinco años he tenido el privilegio de coordinar un enorme equipo humano gracias al cual, el programa Becas para el Bienestar Benito Juárez llega a un millón doscientos mil hogares chiapanecos cada bimestre. Las cifras son frías y su impacto se desdibuja. Hoy quise relatar tres breves historias para describir el fantástico viaje de cinco años en este honroso encargo. El viaje está por terminar.

Oximoronas 1. De estreno en plataforma Prime, la serie “Nadie nos va a extrañar”. Buenísima historia, premisa, guion. Selección musical memorable. Respetuosa recomendación para mis lectores ochentero-noventeros.

Oximoronas 2. Sexto informe presidencial. Un mes para el fin de la administración de AMLO. La transformación del Estado es evidente: este país es otro.

Oximoronas 3. En Argentina, el obcecado Javier Milei incumple los acuerdos, aísla y se impone a su brazo derecho, la vicepresidenta Victoria Villarruel. Sigue la cuenta regresiva a la crisis política y la -una más- debacle financiera.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *