Galimatias / Ernesto Gmez Panana

Caídas virtuales. Riesgos nacionales. Parte I

En las anteriores dos semanas, pudimos conocer de un par de noticias de gran relevancia que tuvieron en mi opinión un eco insuficiente en los medios. La primera, la caída del valor de Facebook.

Surgida en el año 2004, la evolución de esta red social fue ascendente tanto en usuarios como en valor monetario hasta hace una semana: Facebook reportó 1,930 millones de usuarios para el tercer trimestre del 2021.
Para diciembre del año pasado reportó la pérdida de un millón de usuarios. Este millón menos de usuarios, aparentemente nada, provocó la pérdida de 30 mil millones de dólares para su creador Mark Zuckerberg. La pérdida más grande en un día en toda la historia de la Bolsa de Valores de Nueva York ¿La razón? Los usuarios están migrando a YouTube y a Tik Tok.

Segundo. En este mismo inicio de año, hemos tenido también «malas noticias» del bitcoin. Pero, y ¿qué es eso llamado bitcoin?

Las monedas ordinarias, el peso, el dólar, el euro, son valores que emiten los bancos centrales de cada país y que tienen respaldado su valor en oro guardado en bóvedas o en monedas internacionales de valor estable -el peso mexicano con reservas de dólares. De esta forma ha funcionado la emisión del dinero y el control de su estabilidad en casi todo el planeta desde principios de este siglo.

El antecedente más sólido de las criptomonedas se halla en 2009 con el bitcoin, un mecanismo de gestión-creación de dinero sin bancos centrales, sin injerencia de gobiernos y sin respaldos en oro ni en dólares. Una economía basada en dos cosas: internet y números primos. Intento explicar.

Esta especie de entelequia crea nuevas monedas a través de internet. Una red creciente de potentísimas computadoras -servidores se les llama- conectados permanentemente y compitiendo para resolver ecuaciones de muy alta complejidad en las que buscan identificar nuevos números primos -una clase de números matemáticamente singulares-nunca antes identificados. Quien resuelve la ecuación e identifica un nuevo número primo es el propietario de un determinado valor en bitcoins y quienes permanecen en la red verificando y validando el hallazgo son recompensados también con algo del valor del mismo.

Esta simplificación puede sonar ciertamente simple pero doy tres referencias para dimensionar el trabajo informático que implican:
En los últimos tres años, la red para crear bitcoins consumió más electricidad que Dinamarca o Argentina enteras.
Para extraer de la tierra oro por valor de un dólar se consume la mitad de la energía necesaria para generar ese mismo valor en bitcoins.
Según la revista Nature, en tres décadas, el consumo energético para generar criptomonedas provocará un aumento en la temperatura del planeta de más de dos grados centígrados. Impresionante.

Pero, ¿qué tienen en común el Facebook y las criptomonedas?
Ambas dependen de internet. Ambas son instancias etéreas que valen miles de millones de dólares un día pero que al siguiente pueden haberse desplomado -como en días recientes-. Y ambos tienen alta vinculación con gobiernos en general pero con algunos muy en específico. Me refiero al presidente Putin en Rusia y a Nayib Bukele, actual presidente de El Salvador.

Explico: para fortalecer su presencia al interior de Rusia y su fuerza en el escenario global, el presidente Putin Instrumentó una ambiciosa estrategia, -todo un ejército de hackers especializados- para intervenir en la elección presidencial norteamericana de 2016. Las mismas agencias de inteligencia de ese país documentaron una curiosa cercanía Trump-Putin, el ciberataque al Partido Demócrata y a su candidata Hillary Clinton.

En ese mismo sentido, se demostró de forma detallada cómo los piratas rusos urdieron una gigantesca operación en redes sociales para desinformar al electorado norteamericano: creación de sitios falsos y activación de bots y trolls; creación de cuentas nativas mediante robos de identidad para difundir noticias falsas sin despertar sospechas entre otras.

Para la segunda elección de Trump, los rusos también intervinieron incluso a nivel de intentar hackear servidores con información electoral estadounidense. Hoy día incluso, Putin espera con ansias la vuelta de Trump. Sabe que con él las posibilidades de ganar terreno son mejores al ser Trump tan visceral y manipulable. Justo a la medida del presidente ruso.

Continúa en la entrega de la próxima semana.

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