Huevos divorciados
La información disponible señala que Manuel Velasco nació en el año 1979, en Tuxtla Gutiérrez, aunque sus primeros años los pasó en la Ciudad de México. Volvió a Chiapas en el 2001, para ser diputado local por el partido verde.
La llegada a Chiapas ese año ya traía un objetivo claro y contundente: la gubernatura estatal. En adelante, una meteórica «carrera política»: luego de debutar como legislador local del 2001 al 2003, pasó a diputado federal tres años y en el 2006 senador por Chiapas. Luego, si, la gubernatura: Seis años de trapacerías que esta columna ya ha señalado pero que no son el tema de hoy domingo.
De la mano de las cuestionables habilidades como administrador público, Don Manuel Velasco se desarrolló como un hábil publirrelacionista, capaz de mantener buena comunicación y cercanía con actores disímbolos: es para algunos conocido que para el bautizo de su primogénito pudo convocar al presidente Peña y al Presidente López Obrador. Un «genio».
A lo largo de sus poco más 20 años de carrera política, Manuel Velasco cultivó y fortaleció vínculos con actores del PRI de entonces, con el entonces jefe de gobierno y aspirante a presidente López Obrador y con algunos otros actores de lo que eran la izquierda y el PRD de entonces, vayan como ejemplo que logró que por unanimidad se modificara la constitución federal para convertirse en el senador más joven en la historia del país (lo cual en los hechos no garantiza nada), o su voto en contra del desafuero del hoy presidente en 2005.
Así, en esa dinámica es que, para finales del 2017, cuando las encuestas y la opinión casa por casa vaticinaban que Morena, de la mano de AMLO se haría de la presidencia de la república, el señor Velasco jugó nuevamente un papel «fundamental»:
Durante los meses de campaña y luego de transición del poder, tras bambalinas, quienes entregaban el poder y quienes lo recibirían, pactaron un proceso cordial y uno de los mensajeros-negociadores-operadores de este pacto fue Manuel Velasco: ¿su pago? La inmunidad, o acaso es más preciso llamarlo «impunidad». Son tal vez los costos periféricos que deben pagarse para llegar a la presidencia: concesiones a actores vergonzantes.
La semana que concluye, el dos veces ex gobernador de Chiapas fue expuesto por el presidente del PRI nacional, un personaje al que llaman Alito Moreno, dicho sea de paso, también su compadre, en una grabación donde, de ser cierta, queda desnuda la forma tradicional en la que la política se ha hecho en nuestro país desde mediados del siglo pasado: un personaje que transmite una advertencia con el peor tono de servilismo que uno pueda imaginar. Y eso es lo que se sabe, peor el imaginar todo lo que pudo hacer antes y querría hacer después si tiene oportunidad. Ojalá y se demuestre que no, o cómo explicar las sospechas de que fue el mismo Velasco quien grabó y filtró los videos del hermano del presidente AMLO recibiendo sobres de dinero de un operador político de, si, del mismo Manuel Velasco.
Seguramente vendrán algunas semanas de perfil bajo o silencio. Nada más: las redes de Manuel Velasco no están ni secas ni rotas. Los lazos de afecto y también de complicidad -y hasta de chantaje- son profundos y son su oxígeno, en su horizonte está posicionar un candidato -o candidata suya- en la gubernatura de Chiapas para el 2024, para seguir teniendo poder y haciendo negocios; ojalá y para entonces los equilibrios sean distintos, el partido verde no sea factor de peso y al exgobernador Velasco se le hayan abierto investigaciones por la corrupción escandalosa con que gobernó a Chiapas del 2012 al 2018. Ojalá.
Oximoronas 1. Elecciones en seis estados y cinco amarrados para Morena: un gran poder representa una gran responsabilidad y grandes riesgos.
Oximoronas 2. La columna de este domingo fue patrocinada por «Granja Avícola Los Compadres. Huevos de doble yema y alto gramaje»