La especialista Eleane Proo Méndez, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, dio cátedra sobre la práctica que va ganando terreno en México sin que se haya garantías para las mujeres gestantes
Aquínoticias Staff
En 2018, la industria de la maternidad subrogada a nivel mundial reportó ganancias por seis mil millones de dólares, con una proyección a 2025 de hasta 27 mil 500 millones de dólares, aseguró Eleane Proo Méndez, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, durante el seminario Desigualdades y disputas de género desde el campo médico.
Explicó que mientras en Estados Unidos el costo promedio del procedimiento es de 150 mil dólares y a la gestante se le paga de 20 mil a 30 mil dólares, en México es de 90 mil dólares y se le dan de 9 mil a 10 mil.
Tras la limitación de esta práctica en India, que era el sitio predilecto por sus condiciones precarias, las empresas decidieron buscar gestantes en otras latitudes. En 2020, durante el encierro, muchas mujeres en Ucrania y en México se vieron atraídas a realizarla para aliviar algún apuro económico, abundó la especialista.
«De 2002 a 2016, a nivel federal se ha intentado legislar el tema al menos 18 veces, y la SCJN se pronunció a favor del tópico en 2015. El problema, añadió, es que las iniciativas presentadas en nuestro país para regular este proceso apoyan a quienes contratan los servicios, luego se respeta a las empresas que intervienen, pero no se visualiza bien a las gestantes, de quienes sólo se considera que tienen derecho a un contrato».
De acuerdo con la especialista, aunque en algunas entidades de México se permite la gestación subrogada, esta favorece especialmente a quienes acceden a esta práctica, pero deja al último los derechos de las gestantes.
Por otro lado, también reflexionó: «Necesitamos agilizar los procesos de adopción, porque son muy cansados y, de hecho, ese es uno de los discursos que más se ha manejado desde las familias homoparentales, que alegan que pueden pasar hasta seis años, y al final se les niega. Además, está el estigma de que si no son hijos o hijas propios ya tienen «ciertos genes» o «costumbres» y se tiene mucho miedo de adoptar a alguien que no tenga lazos sanguíneos«.
Con información de Dirección General de Comunicación Social de la UNAM