Hace 2 mil años los dioses en Mexico decidieron crear un perro sin pelo, el xoloitzcuintle

De acuerdo a vestigios de principios del siglo XX, se sabe que en la franja que va desde Nayarit a Guerrero nació un perro «raro» o «arrugado» que inició una raza que hasta el día de hoy pervive y conecta a todo mexicano con su pasado y lo místico

Aquínoticias Staff

Por unas piezas de cerámica encontradas a principios del siglo XX en Colima y conocidas hoy en día como los perritos danzantes colimenses, se sabe que hace unos dos mil años, en una franja que va desde Nayarit hasta Guerrero, nació una camada de perros en la que uno de los ejemplares destacaba por su falta de pelo.

«La gente de la región consideró entonces que, si bien el perro pelón era un animal extraño, su aparición respondía a una decisión de los dioses, y que por eso no le correspondía matarlo ni decidir su destino. Así, lo aceptó como a los demás perros y lo llamó xoloitzcuintle» («perro raro» o «perro arrugado» en náhuatl), dice Raúl Valadez Azúa, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, especialista en el tema y coautor, con Gabriel Mestre Arrioja, del libro Xoloitzcuintle. Del enigma al siglo XXI (IIA, Fundación Xoloitzcuintle, Artenación Ediciones).

El xoloitzcuintle –conocido también como perro azteca o pelón mexicano– es resultado de una mutación genética espontánea que se dio de una generación a otra.

«Debido a que el gen causante de dicha mutación es dominante –explica Valadez Azúa–, y aunque un xoloitzcuintle se cruce con un perro con pelo, nacerán más perros pelones en la subsiguiente camada.»

Durante los primeros días de vida del embrión de un xoloitzcuintle se forman tres capas: el endodermo, el mesodermo y el ectodermo. La mutación genética induce una malformación del ectodermo, de tal modo que algunos órganos derivados de esta capa se desarrollan en forma incompleta, como la piel y los dientes.

A diferencia de la piel de un mamífero común y corriente, la del xoloitzcuintle se quedó en estado embrionario; o sea, es una capa de piel delgada no diferenciada, en la que no se desarrollaron los folículos pilosos ni las glándulas sebáceas; por eso no tiene pelo ni suda.

Sin premolares

Otro efecto de la mencionada mutación genética es que los perros pelones nacidos de cruzas entre sí carecen sistemáticamente de premolares, piezas dentales ubicadas entre los colmillos y las muelas traseras.

«Algunos perros de cinco o seis años de edad presentan piezas de leche que pueden conservar mucho tiempo gracias a que las raíces de éstas son muy profundas y a que no hay otras piezas que las desplacen. Esto nos indica, sin lugar a dudas, que se trata de xoloitzcuintles», apunta Valadez Azúa.

Por otro lado, en el xoloitzcuintle, la glándula timo deja de funcionar a los cinco o seis años de edad, y se convierte en una especie de cuerpo calloso. Como se sabe, el timo está relacionado con la formación de glóbulos blancos en el sistema inmunológico.

«No se puede negar que un perro sin pelo como el xoloitzcuintle está en desventaja, por ejemplo, a la hora de pelear con otros canes, pues puede ser herido fácilmente; o frente a los cambios climáticos, pues es muy sensible a los climas extremos. A pesar de ello, después de dos mil años, aquí sigue entre nosotros», finaliza Valadez Azúa.

Con información de la gaceta UNAM

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