Este 8 de marzo se conmemoró la lucha de las mujeres por la igualdad y se recapitularon las múltiples agendas de género pendientes.
Debido al confinamiento durante la pandemia, fuimos las mujeres quienes contribuimos al sostenimiento de la economía por la sobrecarga de actividades y labores que implicó atender y cuidar a familiares; fuimos las más afectadas por la pérdida de empleo tanto en el sector formal como informal y en áreas de uso intensivo de mano de obra femenina.
Las brechas de desigualdad en las labores domésticas se ensancharon, especialmente en los cuidados dirigidos a atender, asistir, acompañar, vigilar y brindar apoyo a los integrantes del hogar con el propósito de buscar su bienestar físico y, en el caso de las niñas y los niños, la satisfacción de sus necesidades.
Tanto en los cuidados directos (vigilar o estar al pendiente de los integrantes del hogar mientras se hace otra cosa) o pasivos (cuidado simultáneo o secundario de otra persona mientras se realiza otra actividad), las mujeres cumplimos una labor extenuante.
Cada cinco años, el Inegi realiza una Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) para medir el trabajo remunerado y no remunerado y hacer visible la importancia de la producción doméstica y su contribución a la economía. El organismo reportó que durante 2020, la participación del Trabajo no Remunerado de los Hogares respecto del PIB nacional fue del 27.6% (6.4 billones de pesos).
La más reciente ENUT levantada en 2019 (es decir, antes de la pandemia), revela que del tiempo total de trabajo de la población de 12 años y más en el país por tipo de trabajo, el 49.4% corresponde al trabajo no remunerado (trabajo doméstico y de cuidados en el hogar), y 47.9% es de trabajo para el mercado.
En su comparación por sexo, para el trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar, las mujeres reportaron 30.8 horas promedio a la semana mientras que los hombres registraron 11.6 horas semanales.
A nivel nacional, las mujeres reportaron 12.3 horas de cuidados directos y 28.8 horas con cuidados pasivos, vaya que sabemos lo que eso significa; mientras que los hombres tienen un promedio de 5.4 horas de cuidados directos y 12.9 horas incluyendo cuidados pasivos.
En la agenda de derechos, nuestra participación y la de hombres es fundamental para que conjuntamente asumamos la responsabilidad de cuidados al interior de los hogares, evitando reproducir los roles de género.
Ahora está pendiente en el Senado, la aprobación de la reforma constitucional que crea el Sistema Nacional de Cuidados que otorga el derecho a cuidar y ser cuidado. Resulta imperativo contar con este Sistema para que el Estado garantice el derecho al cuidado digno y contribuya al reconocimiento del trabajo no remunerado que diariamente realizamos millones de mujeres. Hacemos votos porque esa reforma pronto sea aprobada.