La industria automotriz es en la actualidad una de las más importantes en nuestra economía, pues resulta fundamental en el desarrollo regional, la generación de empleo y el ingreso de divisas; razones por las cuales, a partir de la última semana de mayo, se permitió a los productores retomar sus operaciones al ser declarada esta industria como actividad esencial.
No obstante, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) estima que al cierre de este año el desplome de la industria sería alrededor del 30% respecto a 2019.
Las cifras más recientes del INEGI ilustran que en el sector de los vehículos ligeros -el más representativo de esta industria-, hay una contracción importante: en el periodo enero-julio de 2020, respecto al mismo periodo del año anterior, la producción cayó 35.5%, las ventas se redujeron 31.8% y las exportaciones se desplomaron 36.83%. Estas cifras están superando los peores episodios que ha tenido esta industria, ubicados en 1995 (-18.8%) y en 2009 (-27.6), como consecuencia de la devaluación del peso de diciembre de 1994 y la recesión mundial de 2008-2009, respectivamente.
Sin embargo, la crisis económica no es el único reto que enfrenta esta industria que aporta el 3.7% del PIB nacional, pues con la entrada en vigor el 1° de julio del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) las empresas están modificando algunos de sus esquemas, ya que el tratado (después de tremendos debates) establece para los vehículos ligeros un mínimo de 75% de contenido hecho en América del Norte (actualmente es del 62.5%), así como el 70% de compras de acero y aluminio regionales. De no dar cumplimiento a las nuevas reglas, los productores mexicanos tendrían que pagar aranceles de entre 4% y 25% para poder exportar hacia Estados Unidos, y no debemos perder de vista que el 80% de las exportaciones de la industria automotriz nacional se destinan a Estados Unidos de América.
Aunque cerca del 60% de las materias primas que utiliza la industria automotriz son importadas, su demanda de insumos nacionales tiene una gran importancia. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), esta industria impacta en el 64% de todas las ramas de actividad, provocando una gran derrama económica y dando empleos a casi dos millones de personas en sus diversos segmentos: servicio de reparación y mantenimiento automotriz (490 mil), comercio automotriz (516 mil) y fabricación de automóviles, camiones y autopartes (898 mil).
Los efectos, primero de la contingencia sanitaria y su consecuente crisis económica, y luego los cambios en el T-MEC, aconsejan proteger a esta industria con políticas económicas focalizadas que eviten la pérdida de miles de empleos y mantengan el dinamismo regional que este sector de la economía representa para muchos estados de la nación. Su protección es un asunto de Estado.