In Memoriam Eraclio Zepeda

(24 de marzo de 1937-17 de septiembre de 2015)

Adolfo Ruiseñor

[dropcap]E[/dropcap]raclio Zepeda consolidó a lo largo de su vida una extraordinaria y ejemplar obra creativa, patrimonio ya de toda nuestra lengua, que tuvo en sus relatos y cuentos como en Asalto nocturno y en el inolvidable Benzulul, así como en sus 4 grandes novelas (la primera dedicada al agua, titulada Las grandes lluvias; la segunda centrada en lo ígneo, llamada Tocar el fuego; en el libro siguiente referido a la tierra, Sobre esta tierra; y en el último, dedicado al aire, El viento del siglo), una luminosa maestría en el manejo de la técnica narrativa y un estilo que desde siempre fue absolutamente inconfundible.
Asimismo, cultivó el teatro y la poesía con la misma entrega y pasión crítica, en obras tales como El tiempo y el agua (1960), y en los poemas reunidos en las obras colectivas La espiga amotinada (1960) y Ocupación de la palabra (1965).
Todo lo anterior, a pesar de que no engloba la totalidad de su obra, constituye un legado literario que le ha dado ya un lugar preponderante – y merecido– en la narrativa y lírica de la lengua española.
Aunado a esta trayectoria creativa, el gran Eraclio Zepeda fue actor de cine, dramaturgo, promotor y embajador cultural de México, así como un hombre de ideas de izquierda, cuyo valor y madurez política y civil, seguimos admirando hasta nuestros días.
Por si ello fuera poco, tuvo por amigos y admiradores a una legión, que siempre le acompañamos en sus lecturas y presentaciones en México y en diversas partes del extranjero.
Y en Chiapas, desde la generación de su esposa, la admirada poeta Elva Macías (Daniel Robles Sasso y Raúl Garduño, pasando por las demás promociones literarias, como la mía correspondiente a los nacidos en la década de los 60), tuvimos todos la fortuna de recibir la generosa influencia de su corpus literario y su sincero estímulo para perseverar en el mundo de las letras.
Es difícil, si no es que imposible, imaginar la historia de la literatura chiapaneca y mexicana, sin su vigorosa, jovial y alegre presencia, sin su vasta arquitectura literaria, y sin la rica imaginería de su ejercicio oral.
Animador de un mundo fértil y chispeante, donde se escenifica el gran teatro de la condición humana, así como creador de un rico muestrario de personajes (Benzulul, Trejito, Don Chico que vuela, La señora O»Connor, etc.), Eraclio Zepeda se inscribe ya como un legado en letras españolas al que es preciso acudir en su lectura, día con día.
Tristeza y nostalgia, sentimos a la vez, porque se ha muerto el gran Eraclio Zepeda, nuestro Laco de siempre, la más grande figura de nuestras letras.
Lo recordaremos siempre en sus obras y en las veladas rociadas con el vino de su charla, querido maestro.
Descansa en paz. Luz de las letras de Chiapas. Patrimonio amoroso de tu familia. Orgullo de todo lo nuestro. Cultor enorme de las letras hispánicas.

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