La xenofobia y el racismo se extiende a las calles de Tapachula, donde –a falta de permisos migratorios– las mujeres haitianas y sus familias permanecen varadas
Redacción Cimac Noticias
Ciudad de México.- Desde hace dos años, aumentó de 76 a más de 5 mil el número de personas provenientes de Haití que llegan a México como solicitantes de asilo; sin embargo, por discriminación, racismo, falta de traductores, trabas burocráticas y restricciones en la política migratoria, las mujeres haitianas están «atrapadas» en el sur del país sin empleo ni servicios de salud.
El Centro de Estudios de Género y Refugiados (CGRS), el Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI) y Haitian Bridge Alliance (HBA) presentaron el informe «Un viaje de esperanza: la migración de mujeres haitianas a Tapachula, México», que visibiliza los retos que enfrentan las mujeres migrantes de Haití en su camino para recibir asilo en México.
De acuerdo con el informe, en 2018 México recibió 76 solicitudes de asilo de personas provenientes de Haití; no obstante, en 2019 esta cifra creció a 5 mil 550 solicitudes; en enero de 2020, 400 de las 462 solicitudes de asilo presentadas en Tapachula, una pequeña ciudad cercana a la frontera entre México y Guatemala, correspondían a esta población.
La migración haitiana creció en distintos países luego del terremoto de 2010, que trajo una situación de inestabilidad política y económica, junto con violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos. Para las mujeres y las niñas, la vida se volvió particularmente insostenible bajo un gobierno disfuncional, una estructura patriarcal, y la continua vulnerabilidad a la violencia, de acuerdo con las organizaciones.
Casi todas las entrevistadas para el informe expresaron sentir temor de regresar a Haití debido al aumento de la violencia, como violaciones sexuales y secuestros. Muchas describieron sus experiencias como una «persecución política». «El gobierno haitiano no trabaja en conjunto, está destruido. No se puede trabajar, no hay seguridad, nuestros hijos no pueden ir a la escuela. Están quemando escuelas, hay protestas en las calles, es una miseria. No podemos vivir allí», dijo una de las entrevistadas.
Si bien inicialmente muchas de estas mujeres encontraron asilo en Brasil o Chile, desde 2015 el panorama empezó a cambiar con el endurecimiento de las políticas migratorias, el declive en las economías y el aumento de la discriminación en dichos países. Esto llevó a las mujeres haitianas a viajar a México con la esperanza de llegar a la frontera con EU, de acuerdo con el informe.
En su viaje desde Sudamérica hasta México, las mujeres recorren miles de kilómetros a través de siete u once países. Estos trayectos incluyen largas caminatas, sin alimentos, selva tropical y el peligro de ser víctimas de robos. «La población migrante haitiana llega a Tapachula desesperada por ropa, comida, atención médica, vivienda y seguridad», observaron las organizaciones tras escuchar los testimonios de 30 mujeres.
De acuerdo con las organizaciones, la situación para las mujeres haitianas en México se complicó en 2019, cuando el Instituto Nacional de Migración (INM) cambió algunos trámites migratorios, les prohibió salir del país a menos que fuera por la frontera sur y les obstaculizó el tránsito hacia EU.
Si bien la legislación mexicana establece que quienes solicitan refugio no deben esperar más de 30 días para obtener la aprobación, las autoridades tardan al menos seis meses o más en expedirlas, señaló el informe. Sin esos documentos, las y los haitianos, así como otras personas migrantes que esperan viajar a la frontera norte, corren el riesgo de ser detenidas y deportadas, explicaron las organizaciones.
Estos cambios coincidieron con las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump de imponer aranceles a las mercancías mexicanas importadas hasta que las personas migrantes sin documentos dejen de entrar en su país a través de México.
De acuerdo con los testimonios recogidos, una vez en Tapachula, en la frontera sur del país, las migrantes de Haití se enfrentan a la falta de intérpretes con dominio del idioma criollo haitiano (créyol), lo que les dificulta entender sus derechos, presentar sus demandas de asilo o darles seguimiento a sus solicitudes, así como buscar trabajo, recibir servicios sociales y acceder a servicios de asistencia legal y humanitaria.
Las entrevistas también revelaron que existe xenofobia y racismo contra la población negra entre las autoridades mexicanas, lo cual se expresa en demoras y decisiones arbitrarias en las solicitudes presentadas por la población de Haití.
De acuerdo con los datos recopilados por las organizaciones, mientras la tasa de aprobación de visas humanitarias para personas venezolanas es de 98 por ciento; en el caso de las personas provenientes de Haití es tan sólo de 20 por ciento.
Otras barreras comunes identificadas por las mujeres entrevistadas incluyen: retrasos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) en la toma de decisiones, falta de transparencia sobre el proceso de asilo y corrupción dentro del INM, donde se suele extorsionar a las personas migrantes al solicitarles 10 mil a 15 mil pesos para realizar sus trámites.
De acuerdo con las entrevistadas, la xenofobia y el racismo se extiende a las calles de Tapachula, donde –a falta de permisos migratorios– las mujeres haitianas y sus familias permanecen varadas sin la garantía de sus Derechos Humanos. «Afuera, la gente no te respeta. No estás en tu propio país y la gente está enojada contigo. Si te pasa algo, no puedes hablar con nadie de ello», dijo una de las mujeres.
Otras formas de discriminación, de acuerdo con el informe, incluyen dar comida y agua en mal estado o limitar su acceso a baños y duchas; incluso, un hombre haitiano y una mujer embarazada haitiana murieron en agosto de 2019 como resultado de maltrato en los centros de detención migratoria en Tapachula, Chiapas.
La mayoría de las mujeres entrevistadas y sus familias vivían en casas de dos habitaciones o edificios de apartamentos de dos pisos, «míseros» y en mal estado. Los hogares carecían de cocinas y muebles, sólo había sillas rotas y colchonetas; y varias de las mujeres entrevistadas declararon que no confiaban en la atención médica gratuita y no podían pagar los medicamentos prescritos, o no podían leer la dosis en español. Además, ninguna de las hijas o hijos de las mujeres entrevistadas asistía a la escuela, a pesar de que la mayoría están en edad escolar. De acuerdo con el informe, el problema más común identificado durante las entrevistas fue que ellas o su pareja carecían de trabajo o autorización laboral.
Debido a la pandemia, la COMAR suspendió indefinidamente el examen de las solicitudes de asilo y la aplicación de los plazos de procedimiento. En algunos casos urgentes, la COMAR está llevando a cabo entrevistas de elegibilidad por teléfono, pero las y los defensores de las personas migrantes señalan que cada día violan varios de los derechos de las y los solicitantes.