La bióloga Ingrid Yazmín Cruz Alegría, egresada de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas explica los hallazgos de su investigación en dos comunidades de este municipio
Lucero Natarén / Aquínoticias
La enfermedad de Chagas es una parasitosis que ha afectado a más de 20 países de América Latina y que además ha provocado que se infecten más de siete millones de personas en el mundo, e incluso, se estima que al menos 100 millones de personas están en riesgo, de acuerdo con la coordinadora de Ciencias Básicas de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Margarita Cabrera Bravo.
Por su parte, la bióloga Ingrid Yazmin Cruz Alegría, egresada del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), indica que su investigación «Aspectos epidemiológicos de la enfermedad de Chagas en dos localidades de Berriozábal», consiste en dar a conocer los casos que hay en Las Maravillas y Nuevo Chacacal, de la enfermedad que mata a 12 mil personas cada año en el mundo, a fin de que se le dé tratamiento adecuado a la población afectada.
Otro de los objetivos de su estudio, añadió la investigadora, es que las autoridades sanitarias realicen campañas de concientización sobre la enfermedad, además de brindar atención a las personas que ya han sido contagiadas. «Encontramos que menos del 50 por ciento de la población estudiada tenía conocimiento sobre esta enfermedad, lo que hace que no se tomen las medidas adecuadas en las viviendas para evitar la presencia de la chinche».
Cruz Alegría señaló que en las dos comunidades donde se realizó un análisis serológico, se detectaron al menos tres personas infectadas con el parásito Trypanosoma cruzi (causante de la enfermedad de Chagas), transmitido por la chinche «besucona» (Triatoma dimidiata), especie de mayor importancia epidemiológica en Chiapas.
«Los resultados no evidencian la totalidad de casos, pero sí revela que la transmisión del parásito sigue activa en la entidad, pues hay quienes saben que en sus viviendas habitan este tipo de especies, pero temen al rechazo, razón por la que no se conocen muchos casos».
La experta agregó que al existir la presencia de esta chinche en los hogares o en sus alrededores, es sinónimo de riesgo y debería ser una razón suficiente para que las autoridades de salud realicen análisis en las personas expuestas al hábitat de este insecto, con el propósito de descartar un contagio, debido a que esta enfermedad puede ser, en algunos casos, asintomática y las consecuencias generalmente pueden tardar hasta 30 años en presentarse; las lesiones en los órganos son irreversibles, advierte.
Dijo que, tras una picadura de la chinche besucona, se presenta escozor en el área lesionada. Tras dos o tres semanas puede registrarse fiebre, dolor de cabeza y cansancio, de ser así, se debe acudir al centro de salud más cercano y explicar lo sucedido y posteriormente realizarse una prueba de diagnóstico para descartar estar infectado.
Explica que la chinche besucona ataca cuando la persona está durmiendo, razón por lo cual a veces no logra observarse.
Tras haber picado, la chinche defeca encima de la lesión, causando que al rascarse, el parásito contenido en las heces, ingrese al flujo sanguíneo del hospedador.
Posteriormente el parásito invade a las células cercanas, provocando daño directo a los tejidos. Tras madurar se libera en el flujo sanguíneo, para continuar infectando células de los diferentes tejidos. Entre los órganos afectados se encuentra el corazón, provocando infartos fulminantes, además también puede dañar el esófago, el colon, entre otros órganos.
La especialista refirió que también se ha registrado la transmisión por la vía congénita, es decir, de madre a bebé, asimismo, por la vía oral o inclusive por trasfusiones sanguíneas, «en estos casos debería ser obligatorio el tamizaje para descartar enfermedades antes donar sangre».
Indicó que esta chinche que se ha hallado en Berriozábal presenta una coloración entre amarilla y café, y que comúnmente se encuentra en viviendas que son de teja, adobe y/o piso de tierra, así como en los árboles y en la maleza o monte, e incluso, debajo de los colchones y de cuadros.
Comentó que antes se pensaba que solo se daba en zonas marginadas, o donde hay gallineros y acumulamientos de madera, sin embargo, se han encontrado especies similares en Tuxtla Gutiérrez y otros municipios de la entidad.
Ingrid Yazmin Cruz Alegría remarcó la importancia de seguir realizando este tipo de estudios y apoyar a la población de zonas marginadas.
«Es necesario realizar acciones que permitan que el conocimiento de esta enfermedad llegue a las comunidades y así puedan salvarse muchas vidas; es claro que hay mucho que hacer por nuestras comunidades y nuestro estado. No solo nuestro estado, también por cualquier otra zona que se considere de riesgo».