Juventud activa, sociedad con futuro: el deporte como camino a la reconstrucción de Chiapas

Por Mauricio Sosa Lievano

Seguro lo has notado: desde la palma de tu mano, a través de redes sociales de consumo rápido, se ha hecho cada vez más visible entre nuestros conocidos una tendencia marcadamente generacional. Se trata del ejercicio físico como un hábito imprescindible para la salud: salir a correr, levantar pesas o practicar entrenamiento funcional se ha vuelto parte del día a día para muchos jóvenes. Pero ¿qué ha cambiado en esta generación para hacer del deporte una actividad fundamental? ¿Será que huimos de algo o simplemente hemos encontrado en la actividad física una trinchera de resistencia frente a la ansiedad y el estrés cotidiano?

El deporte, para cualquier nación, es un pilar del desarrollo social y una vía para el progreso. Contribuye directamente a la construcción de una sociedad más saludable e integrada desde el núcleo familiar. Hablar de deporte es hablar de valores: trabajo en equipo, respeto, disciplina, constancia y perseverancia. Cualquier gobierno que invierte en esta área ve reflejados sus esfuerzos en el bienestar colectivo y, a largo plazo, en una mayor seguridad y gobernabilidad.

Los ejemplos internacionales de éxito están a la vista. En Brasil, se implementó un programa de inclusión social a través del deporte, dirigido a niñas y niños en situación de vulnerabilidad. Esta iniciativa redujo significativamente el abandono escolar y, al mismo tiempo, contribuyó a disminuir los índices de violencia juvenil. En Sudáfrica, tras el fin del apartheid, el gobierno impulsó el deporte como una herramienta de reconciliación y cohesión social, lo que fortaleció el tejido comunitario y mejoró la convivencia en zonas profundamente afectadas por la violencia.

La lección es clara: atender las causas de fondo con un enfoque integral y aprender de los modelos que han demostrado resultados positivos en otros países.

En Chiapas, realizar actividad física representa también un apoyo invaluable para las instituciones públicas encargadas de promover la salud preventiva. Son múltiples los factores que afectan a nuestra población. De acuerdo con un estudio realizado entre 2019 y 2020, el 45.5 % de los jóvenes chiapanecos de entre 19 y 30 años presenta sobrepeso u obesidad, mientras que, en términos generales, el 25.6 % de la población del estado padece este problema. A esto se suma una preocupación creciente por la salud mental: según cifras del INEGI, en 2023 se registraron 243 suicidios en Chiapas, una realidad dolorosa que afecta especialmente a las juventudes.

Por ello, en un contexto social y político tan complejo como el que vivimos, es indispensable que las autoridades realicen diagnósticos certeros que consideren la diversidad geográfica y cultural de nuestro estado. Solo así podrán impulsarse políticas públicas efectivas en torno al deporte y la activación física, con especial énfasis en las nuevas generaciones, promoviendo hábitos saludables y construyendo una juventud más fuerte y próspera.

Apostar por estas estrategias sociales es caminar hacia la reconstrucción del tejido social que tanto urge en Chiapas y en México. Si lo que exige la ciudadanía es mayor seguridad, debemos entender que una forma de enfrentar el problema es atendiendo sus causas de raíz. Brindar a nuestros jóvenes oportunidades de desarrollo personal y colectivo, en un marco de legalidad y bienestar, es clave para avanzar hacia soluciones integrales frente a los problemas históricos y estructurales que nos aquejan.

Asumir una corresponsabilidad entre gobierno y sociedad es fundamental. Invertir en infraestructura de calidad, que funcione como espacio de encuentro y práctica deportiva para todas y todos, sin distinciones, contribuirá a una sociedad más equitativa. Una sociedad que combata las desigualdades, que genere oportunidades reales y que forme una nueva generación de chiapanecas y chiapanecos que integren a su vida cotidiana hábitos más sanos y una visión más esperanzadora del futuro.

Mauricio Sosa Liévano.

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