La batalla del clima se atasca / Claudia Corichi


El panorama es sombrío alarmante. Una década después del Acuerdo de París que busca frenar el aumento de la temperatura global a final del siglo, y a 30 años de la primera conferencia de la ONU sobre cambio climático, los resultados perfilan un estancamiento en la lucha contra el calentamiento planetario.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó el más reciente informe sobre brecha de emisiones que subraya una ligera reducción, dejando al mundo en un camino peligroso de intensificación de los riesgos y los daños.

Cada cinco años los países firmantes de París deben presentar un reporte de sus metas de contención de contaminantes. La última evaluación es preocupante porque explica que no estamos por debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales. El PNUMA reporta que las actuales proyecciones son de 2.8 °C.

Otra agencia de la ONU, la Organización Meteorológica Mundial ofreció datos que francamente horrorizan: el año 2025 se disputa con el 2023, el segundo o tercer año más cálido desde que se tienen registros. 2024 ocupa el primer lugar. Estos resultados se conocieron en la conferencia de líderes previa a la cumbre del clima.

Con este panorama ha arrancado la COP30 en Belém, en el corazón de la Amazonia brasileña que acoge del 10 al 21 de noviembre a 50,000 delegadas delegados de 195 países para hacer un corte de caja y evaluar las medidas para mitigar el sobrecalentamiento que experimenta el planeta.

A la conferencia de apertura no acudieron los presidentes de las naciones que más gases de efecto invernadero emiten: China, Estados Unidos, India y Rusia, lo que frustra el logro de las metas propuestas en las últimas cumbres. Sin su intervención, los objetivos resultan inalcanzables.

En enero, al asumir el cargo por segunda vez como presidente, Donald Trump firmó la salida de su país del pacto de París y su gobierno ha rechazado todos los informes de la ONU al afirmar que no aceptará ningún acuerdo ambiental que perjudique los intereses de sus ciudadanos, como si el cambio climático no afectara a todas las personas.

Expertos han llamado la atención sobre el incumplimiento de los compromisos climáticos por parte de América Latina, que se añade al negacionismo de mandatarios como el argentino Milei. Justamente en el acto inaugural, el presidente Lula urgió a la comunidad internacional a infligir una nueva derrota a los negacionistas y advirtió sobre los intereses que intentan deslegitimar a la ciencia.

La internacional ultraderechista que tiene su epicentro en la Casa Blanca acusa de fanatismo climático a quienes defienden la urgente necesidad de reducir los contaminantes en el mundo. Y no se inmutan ante los desastres naturales provocados por huracanes (Jamaica), tifones (Indonesia), Dana (Valencia) e incendios (California) que han dejado cientos de víctimas y una estela de destrucción apocalíptica.

Sería deseable que la mayor parte de países en nuestra región, que tienen escasos fondos para atender la emergencia climática, alcancen una voz y una agenda común mediante una hoja de ruta que deje atrás los combustibles fósiles y transiten al uso intensivo de energías limpias y renovables, comenzando por nuestro país.

El mundo arde, el tiempo apremia y la derecha lo niega.

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