“No se lo digas a nadie” y “Te amo, ahora muere”
La colaboración virtual en algunos crímenes, específicamente en el caso de homicidios, no es algo que esté normado en las leyes penales de muchos países, incluyendo México. De hecho, es un término que surge debido a la participación indirecta, pero que el reservarse información o no alertar a las autoridades, los convierte en cómplices.
Con motivo de este concepto, hablaremos de dos casos específicos que pueden apreciar en las series documentales “No se lo digas a nadie” y “Te amo, ahora muere”. La primera historia se desarrolla en Estado Unidos y la segunda en España y Brasil, intentaré dar la menor cantidad de detalles posibles para quienes gusten ver las series, pero abundaré más que las notas que puedan encontrar en línea.
“No se lo digas a nadie”, narra los hechos del múltiple homicidio de una familia brasileña en España, por parte de Patrick Nogueira, quien mató a su tío, a su pareja y a los dos hijos de ambos, enviándole imágenes y contándole el crimen a su mejor amigo que vive en Brasil, Marvin Henriques, el 17 de agosto del 2016.
En ese contexto, Nogueira escapó a Brasil y finalmente decidió entregarse a las autoridades españolas, intentando fingir demencia, pero obtuvo la mayor condena en la historia de este país, con la pena de tres cadenas perpetuas. Por otra parte, Henriques fue requerido por las autoridades de Brasil, pero dejado en libertad tras considerarse que no tuvo ninguna participación directa en el crimen.
Este sociópata que conocía la información y la ocultó, fue descubierto tras llevar a reparar su celular y aun así se atrevió a aparecer en el documental, con el único fin de dejar en claro que él era inocente y no denunció a su mejor amigo por lealtad, además de declararse manipulable. Afortunadamente tras el documental, el 20 de junio del año en curso un juez en Brasil reabrió el caso y hoy lleva el proceso en una prisión de máxima seguridad, al considerar que sí practicó actividades delictivas al encubrir, asesorar y animar este crimen.
En ese sentido, también existe el caso del suicidio de Conrad Henri Roy, quien decidió quitarse la vida el 12 de julio del 2014, al envenenarse con vapores de monóxido de carbono de su camión en un estacionamiento de Kmart, proceso que desarrolló mientras se mensajeaba con su novia Michelle Carter, quien lo motivó a cometer el acto y esta historia la podemos ver en “Te amo, ahora muere”.
Carter de 17 años, fue procesada por homicidio involuntario acusada de delincuente juvenil en febrero del 2015. Este caso causó gran controversia debido a que Conrad ya había intentado quitarse la vida y suicidarse estaba en sus planes, por lo que se generó el debate de si su novia era o no culpable del suceso, a lo que la Corte Judicial Suprema de Massachusetts dictaminó que tuvo la intención criminal de que se consumara el acto, así que se mantuvo la condena de 15 meses en prisión y cinco años en libertad condicional. Hoy está libre.
Quizás ninguno de los personajes mencionados en este texto, tenían en realidad la intención de matar a alguien, puede ser que el primero en realidad guardó información por lealtad y la segunda, en un arranque de ira ante tantas amenazas de que su novio se quitaría la vida, reaccionó diciendo: hazlo. Como sea, el punto es que ningún crimen debe ser guardado y que cualquier persona que necesite ayuda debe ser auxiliada; siempre hay alertas y la sugerencia es no ignorarlas, para no tener pérdidas que lamentar.