FenoMEMEnología, también hay que tomar en serio al sentido del humor
Tiene 28 años de carrera docente en los ámbitos del periodismo y la comunicología, pasó por las aulas de la Facultad de Humanidades de la UNACH y actualmente es profesor de tiempo completo en la Universidad Intercultural de Chiapas. El mundo de Luis Fernando Bolaños Gordillo está en la dirección de tesis profesionales y en la investigación, donde tiene numerosos capítulos de libros y artículos arbitrados que aparecen en varios repositorios académicos internacionales.
Sus intereses de investigación están en las contraculturas, la cultura de masas y el imperialismo cultural, y de unos diez años a la fecha su mirada se ha dirigido a las redes sociodigitales y los memes, siendo estos últimos el pretexto para escribir el libro FenoMEMEnología: ser memero en el mundo de los objetos digitales, en Tifón Editorial. Otro pretexto para dar vida a esta obra fue la ponencia “El humor negro y el nihilismo en las representaciones sociales de la pobreza a través de los memes”, que dio en el Primer Congreso de Investigación en Memes, organizado en el año 2021 por el Centro de Investigación en Territorios Urbanos y Digitales.
Como él precisa, analizar la hiperproducción e hiperconsumo de memes implica zambullirse en algo que va más allá de una ocurrencia, es adentrarse en un posicionamiento –no necesariamente original- lleno de ironía, sarcasmo, humor negro y habilidades para procesar al instante imágenes y microtextos que se comparten en las redes sociodigitales, algo que en apariencia abre la cultura participativa. Estas imágenes, enfatizó, traen consigo intencionalidades no siempre sanas, adscripciones, vivencias, malestares o encuadres arbitrarios bañados de humor negro sobre algún acontecimiento o personaje.
Al cuestionarle sobre la relación que tienen los memes con la fenomenología, respondió que éstos dan cuenta de las experiencias que tienen los memeros con las partes del sistema neoliberal con las cuales se identifican y más allá del desmadre, remarcó, hay motivaciones ideológicas, partidistas, religiosas, antirreligiosas, machistas, racistas, aporobóficas, clasistas o pigmentocráticas, que abren infinidad de fronteras culturales. Claro que un meme no es para nada inocente, indicó, el sarcasmo que le acompaña es una microlectura que se comparte para no solamente generar diversión, sino para instituir un posicionamiento ante el personaje ridiculizado y sus circunstancias.
Bolaños recalcó que estos encuadres muestran el orden simbólico que fomenta la cultura dominante y que por esto no escapan a la influencia del mercado, las modas, las militancias políticas, el sentido otorgado al amor, las creencias religiosas y lamentó que su circulación como productos contraculturales sea menor a los que tienen un sentido alienante. Su obra traza cuatro ejes de análisis: los memes en la política, los memes sobre la pobreza económica, los memes de los ateos y los memes durante la pandemia del Covid-19.
Esta obra abre la polémica en cuanto a establecer vínculos entre los memes y el pretederminismo, y al autor afirma que éstos forman parte de los procesos de colonización del pensamiento y de la imposición sutil de formas de pensar sobre las otredades; dichas imágenes, agregó, operan en los imaginarios sociales y pueden influir para que la gente tenga una percepción positiva de los valores hegemónicos del sistema y que se burle de toda aquella instancia que piense o actúe de manera distinta.
Si lo simbólico es utilizado dentro de la producción de valores del sistema dominante, elaborar un meme no es una ocurrencia aunque se quiera ver así, enfatizó, ya que detrás de su elaboración hay ideologías y sistemas sociales de largo alcance que han influido desde siempre en las mentalidades, en lo que me atrevería denominar grandes líneas culturales prefijadas. Para el autor el sentido del humor mexicano ha venido prefigurándose desde la tercera década del siglo pasado con el cine, el devenir de la televisión y sus programas humorísticos, la radio, el teatro y actualmente con el stand up, y dijo que los memes comparten un humor anquilosado basado en situaciones y chistes de comediantes de diversas épocas, lo que muestra sus limitaciones para ser realmente un producto que esté evolucionando el sentido del humor.
Para agradar a ciertos sectores, ejemplificó el autor, un memero desde su clasismo podría violentar simbólicamente a propósito a los pueblos originarios, a los colectivos feministas, humillar a los que tienen preferencias sexuales distintas, denostar las creencias religiosas ajenas, y todo esto bajo un prisma de ideología y consumo cultural que para él son la fuente del memeverso neoliberal. Los memes, finalizó, son los encuadres donde el neoliberalismo, las ideologías, el mercado, las religiones o las creencias en general se experimentan a sí mismos a través de las vivencias condicionadas de quienes los elaboran y reproducen en sus respectivas adscripciones socioculturales.