Seda: Vuelve, o moriré
Si tuviera que resumir la novela Seda, del escritor italiano Alessandro Baricco, sería con uno de los versos de Joaquín Sabina: No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.
La epidemia de pebrina en Europa hizo que el protagonista de esta novela fuera a otros países como Egipto y Siria a comprar gusanos de seda. Así es, Hervé Joncour se dedicaba a la compra y venta de estos invertebrados que le generaban mil metros de hilo crudo y una importante cantidad de francos.
En ese contexto, tras diversas epidemias, Joncour decide ir por la seda más bella del mundo a Japón, partió por primera vez el 6 de octubre de 1861 y tuvo que cruzar Francia, Austria y Rusia; caboteando la frontera de China, cruzando el océano en un barco de contrabandistas holandeses y recorriendo varias provincias japonesas.
Así es como Joncour conoce a Hará Kei, el hombre más buscado de Japón y dueño de lo que todo el mundo intentaba llevar fuera de aquella isla, pero también descubre a una cortesana que servía al vendedor y que sus ojos no tenían un aspecto oriental, iniciando un romance simbólico y furtivo.
Joncour estaba casado con Helene, pero podríamos decir que le es infiel de cierta manera poética con la misteriosa japonesa, construyendo un lenguaje de miradas, besándose a través de cuencos compartidos, acariciándose por medios de guantes que uno dejaba caer para que el otro recogiera y convirtiendo al mensajero en mensaje.
Entonces tenemos a un hombre que recorre todo lo que ya mencioné en varias ocasiones, para ganar dinero y ver a una persona con la que no habla el mismo idioma, incluso a pesar de haber estallado una guerra, que bien podría ser la Guerra Bochin entre los partidarios del shogunato y los que buscaban que el poder político fuera devuelto a la corte imperial.
Por lo que el verdadero conflicto de la historia es un triángulo amoroso entre Helen, la cortesana y Joncour, en donde juega un papel muy importante Madame Blanche, una japonesa que regentea un burdel en Francia y dos traducciones que llevó a cabo definen está novela, como el ideograma que dice: “Vuelve, o moriré”.
Finalmente, puedo decir que esta novela ilustra perfectamente el amor romántico que los griegos definen como Eros, en una lectura ligera, histórica y cargada de poesía, demostrando que el amor apasionado y sensual inventa su propio lenguaje.
Cabe destacar que “a principios de mayo los huevos se rompían, liberando una larva que, después de 30 días de febril alimentación a base de hojas de morera, procedía a encerrarse nuevamente en un capullo, para luego salir definitivamente dos semanas más tarde, dejando tras de sí un patrimonio que en seda”, explica Alessandro Baricco en su novela.