La tarde de un escritor
¿Te has preguntado cómo es el día libre de un escritor? Con esto me refiero a una persona a la cual le pagan por escribir novelas, por ejemplo, alguien que de tanto escribir se ha olvidado de hablar y que prefiere la paz de sus historias al bullicio del mundo real. Este es el relato de La tarde de un escritor, del autor alemán y ganador del Premio Nobel Peter Handke.
En esta novela el protagonista no es el escritor que recorre las calles sino el entorno que habla y describe al mundo, así es, nos encontramos ante una historia muy original en donde el autor deja su mesa de trabajo para merodear la ciudad, en una metáfora de transmutación entre el otoño y el invierno, tomándose el tiempo para observar, escuchar e intentar recobrar el habla.
En ese contexto nos encontramos con una de las premisas de Heráclito: “Nadie se baña dos veces en el mismo río», si nos asomamos a la ventana con el afán de escribir, siempre habrá distintos elementos en el paisaje que nos permitan contar algo nuevo en el mismo contexto, pero si como menciona el autor: “A quien remonta los mismos ríos, le dejan atrás otras cosas y otras corrientes”, comprendemos que afuera de la habitación hay muchas más historias que contar.
Es así como el escritor sale de su casa y comienza a recorrer la ciudad, tratando de evitar a la gente e intentando responder algunos saludos aunque le cuesta articular las palabras, se ha pasado tanto tiempo escribiendo sin más compañía que su gato que se ha olvidado de hablar, aunque entiende que existen otros lenguajes como el del amor cuando alimenta a su mascota o como el de los gorriones que al igual que cuando les predicó San Francisco, también esperaron y asintieron al recibir las pocas palabras que el autor les pudo emitir.
Ahora bien, que no desee el contacto con los demás no lo abstiene de la soberbia que caracteriza a las y los escritores, porque al pasar por una librería sí se detuvo a observar que su libro se mantuviera en el escaparate, señal que estaba vigente y que seguía vendiendo.
Por otra parte, mientras ve y escucha a la gente, o siente y observa la naturaleza, sabe que “una obra era algo en que el material casi no era nada y el ensamblaje casi todo”, en otras palabras, entiende que la idea o inspiración no son nada sin la disciplina para desarrollar la historia y con ello, otros elementos que aparecen y hay que ensamblar de manera correcta para que funcione.
Finalmente, recordando Una habitación propia, Virginia Woolf dijo “el mundo no le pide a la gente que escriba poemas, novelas, ni libros de historia; no los necesita”. Concluyo de esta manera porque al igual que en la novela La tarde de un escritor, el autor se encuentra con un traductor que dejó de escribir porque sentía la inseguridad de no ser útil y queda claro que traducir es una función muy importante que le dio paz, por lo que comprendemos que la vocación de escribir no es para todos y que quienes la llevan a cabo es debido a la necesidad urgente de expresar algo le paguen o no.